COLUMNA
CHICOTAZOS
FREDDY SECUNDINO S.
Las campañas por
la Presidencia de la República están por entrar en la tercera velocidad, a
partir del debate entre los candidatos, el domingo 6 de mayo.
Como es natural, las empresas
encuestadoras están haciendo su agosto, pero sin quitarse de encima al monstruo
bicéfalo que representan sus similares independientes (sin lucro económico) y
las redes sociales.
En las que se “sondea” al electorado y
son pagadas por partidos políticos o empresas privadas (medios de comunicación
u otras), el universo de ciudadanos consultados es, en general, de cinco
dígitos. Es decir, sólo unos cientos.
Por el contrario, las encuestas que
realizan organizaciones no gubernamentales civiles, instituciones de educación
superior o páginas de internet (inclusive, hasta una que otra empresa o medio
de comunicación, como UNO Noticias y Univisión, entre otras), la cifra de
electores consultados rebasa por mucho a aquéllas, e inclusive, algunas son
permanentes –en tiempo real, como la del periódico El Universal-- y circulan,
sobre todo, en Facebook.
Las primeras (las compradas) ponen a
Enrique Peña Nieto muy por arriba de Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel
López Obrador. Pero en las segundas, el orden y los números se invierten. En
todas estas, AMLO aparece, al menos, con un 40 por ciento de las preferencias,
seguido de la panista --pero muy lejos--, y el priista en un raquítico tercer
lugar. De Quadri, ni hablar, pues no llega ni al dos por ciento de la intención
del voto (de ahí que tome fuerza cada vez más el rumor que tal vez pronto sea
un hecho: su retiro de la contienda y el Partido Nueva Alianza se alíe, de
facto --por ley ya no se puede-- con Peña y el PRI.
SPOTS “CHATARRA”
Mientras tanto,
los tres principales candidatos destilan en televisión y radio promocionales
vomitivos, que ya hartaron a la población porque no dicen nada rescatable y son
aburridos. Ya ni como productos “chatarra” se antojan.
Los medios electrónicos resumen en
míseras notas informativas de alrededor de dos minutos de duración todo un día
de campaña y las repiten hasta el cansancio en todos sus espacios noticiosos.
En los programas especiales de supuesto análisis, la mayoría de los
comentaristas dejan muy claras sus preferencias por uno de los tres aspirantes
a Los Pinos.
A Peña nunca le restan puntos y casi se
congratulan porque va en primer lugar en sus encuestas (no mencionan las
independientes ni las de las redes sociales) y a muchos de ellos como que les
urge que ya sea 2 de julio para cantar victoria, o casi piden que se le imponga
ya la banda presidencial al iletrado candidato del teleprompter.
De Vázquez Mota afirman que no será alcanzada
por AMLO y le ven virtudes donde el grueso del electorado comprueba lo
contrario. Y de AMLO no escupen más críticas porque no les alcanza el tiempo y
éstas se quedan, sobre todo, en que “ya está viejo”, en su carácter o en que “cómo
es posible que ahora sí quiera debatir varias veces, cuando en el 2006 se rajó”.
Con todo esto, y más, llegarán los
candidatos al debate del domingo 6 de mayo en el World Trade Center de la
ciudad de México.
EL IFE Y PEÑA
Ya es un
escándalo el hecho de que el Instituto Federal Electoral ha permitido muchas
concesiones a Peña, desde su negativa a investigar desde ahora el evidente
sobregasto en su campaña proselitista, tarea que ha dejado para después de las
elecciones.
Y es que, como no muchos saben, la ley
electoral (la de 2007, redactada por el PRI y votada por el PAN y parte del
PRD) tiene tantos huecos como una coladera del desagüe. Tantos, que si
resultara que Peña y el PRI rebasaran el gasto legal, a lo mucho recibirían
sanciones económicas que ni siquiera equivaldrían al vergonzoso e histórico “Pemexgate”
del año 2000.
Así, los consejeros electorales se
pueden hacer los Pilatos aztecas sin mayor rubor, aunque un mínimo de sensatez
política y sensibilidad democrática los haría, al menos, realizar una rápida
investigación al respecto e imponer la sanción correspondiente signada en la
ley electoral, que ellos (vale decirlo) no hicieron y, mal que bien, sólo
aplican.
Con ello, tal vez lograrían quitarse un
poco del lodo que los ensucia y rescatarían algo de la credibilidad perdida hace
mucho por el IFE como institución dizque “ciudadana”.
Se puede dar por sentado que AMLO y
Vázquez Mota se lo restregarán en la cara a Peña en el debate, a lo que él, a
lo mucho, responderá que todos los gastos están apegados a la ley y quizá tenga
razón porque el PRI acostumbra comprar “paquetes electorales”.
Con conciencias y simpatías incluídas o
no, toda su publicidad la acuerda a base de convenios que llevan “de pilón”
favores posteriores a una elección, en caso de ganar.
Iluminados por el dinero seguro y estos
favores comprometidos, sus clientes le hacen grandes descuentos, lo
suficientemente accesibles como para que a la hora de presentar cuentas ante el
IFE, no se le hallen sobregastos. Así de sencillo. Aunque, claro,
independientemente de las trampas que los priistas bien aprendieron y aplican
siempre.
DURANTE Y DESPUÉS DEL DEBATE
En el debate,
Peña hará todo lo que esté a su alcance para dejarse ver como el galán de
telenovela que puede ser Presidente del país porque tiene propuestas tan bellas
como lo ven a él muchas mujeres. Vázquez Mota y AMLO (en ese orden) intentarán
anteponer a su guapura lo ignorante que es en muchos temas torales para la
nación.
Peña no se enredará en un debate de confrontación
de críticas y/o de propuestas no porque no quiera discutir algo, sino porque no
es capaz de hilar con soltura y credibilidad dos o tres ideas. Es decir, no es un
político hecho para la controversia.
(Quadri será el francotirador “oficial”.
Es decir, él se encargará de golpear a AMLO, a quien, por cierto, Vázquez Mota
ignorará, a fin de darle a entender al electorado que ella es quien tiene todo
para pelearle a Peña el primer lugar, así haya una o mil encuestas que indiquen
su caída vertical en la intención del voto.)
¿Pero quiénes estarán atentos al rígido
debate?... La mayoría del electorado no lo verá ni siquiera por morbo. Será la
forma como los medios de comunicación lo retomen a partir de esa noche lo que
provoque más polémica, y no lo que hagan o digan los contendientes
presidenciales.
Es prácticamente imposible que cambien las
posturas hasta ahora mostradas por los comentaristas políticos. La mayoría, si
no es que todos, sólo agregarán un supuesto por qué del “triunfo” de su
candidato en el debate, y remarcarán las fallas (sus “razones”) de los
demás.
Esa misma noche y al día siguiente, abundarán las
encuestas (pagadas e independientes) sobre quién ganó el show. Pero las
verdaderamente creíbles serán, sin duda, las que naveguen en las redes
sociales. A ésas hay que ponerles mayor atención.
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