domingo, 29 de abril de 2012

CAMPAÑAS, ENCUESTAS Y DEBATE PRESIDENCIAL


COLUMNA
CHICOTAZOS



FREDDY SECUNDINO S.

Las campañas por la Presidencia de la República están por entrar en la tercera velocidad, a partir del debate entre los candidatos, el domingo 6 de mayo.
         Como es natural, las empresas encuestadoras están haciendo su agosto, pero sin quitarse de encima al monstruo bicéfalo que representan sus similares independientes (sin lucro económico) y las redes sociales.
         En las que se “sondea” al electorado y son pagadas por partidos políticos o empresas privadas (medios de comunicación u otras), el universo de ciudadanos consultados es, en general, de cinco dígitos. Es decir, sólo unos cientos.
         Por el contrario, las encuestas que realizan organizaciones no gubernamentales civiles, instituciones de educación superior o páginas de internet (inclusive, hasta una que otra empresa o medio de comunicación, como UNO Noticias y Univisión, entre otras), la cifra de electores consultados rebasa por mucho a aquéllas, e inclusive, algunas son permanentes –en tiempo real, como la del periódico El Universal-- y circulan, sobre todo, en Facebook.
         Las primeras (las compradas) ponen a Enrique Peña Nieto muy por arriba de Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador. Pero en las segundas, el orden y los números se invierten. En todas estas, AMLO aparece, al menos, con un 40 por ciento de las preferencias, seguido de la panista --pero muy lejos--, y el priista en un raquítico tercer lugar. De Quadri, ni hablar, pues no llega ni al dos por ciento de la intención del voto (de ahí que tome fuerza cada vez más el rumor que tal vez pronto sea un hecho: su retiro de la contienda y el Partido Nueva Alianza se alíe, de facto --por ley ya no se puede-- con Peña y el PRI.

SPOTS “CHATARRA”

Mientras tanto, los tres principales candidatos destilan en televisión y radio promocionales vomitivos, que ya hartaron a la población porque no dicen nada rescatable y son aburridos. Ya ni como productos “chatarra” se antojan.
         Los medios electrónicos resumen en míseras notas informativas de alrededor de dos minutos de duración todo un día de campaña y las repiten hasta el cansancio en todos sus espacios noticiosos. En los programas especiales de supuesto análisis, la mayoría de los comentaristas dejan muy claras sus preferencias por uno de los tres aspirantes a Los Pinos.
         A Peña nunca le restan puntos y casi se congratulan porque va en primer lugar en sus encuestas (no mencionan las independientes ni las de las redes sociales) y a muchos de ellos como que les urge que ya sea 2 de julio para cantar victoria, o casi piden que se le imponga ya la banda presidencial al iletrado candidato del teleprompter.
         De Vázquez Mota afirman que no será alcanzada por AMLO y le ven virtudes donde el grueso del electorado comprueba lo contrario. Y de AMLO no escupen más críticas porque no les alcanza el tiempo y éstas se quedan, sobre todo, en que “ya está viejo”, en su carácter o en que “cómo es posible que ahora sí quiera debatir varias veces, cuando en el 2006 se rajó”.
         Con todo esto, y más, llegarán los candidatos al debate del domingo 6 de mayo en el World Trade Center de la ciudad de México.

EL IFE Y PEÑA

Ya es un escándalo el hecho de que el Instituto Federal Electoral ha permitido muchas concesiones a Peña, desde su negativa a investigar desde ahora el evidente sobregasto en su campaña proselitista, tarea que ha dejado para después de las elecciones.
         Y es que, como no muchos saben, la ley electoral (la de 2007, redactada por el PRI y votada por el PAN y parte del PRD) tiene tantos huecos como una coladera del desagüe. Tantos, que si resultara que Peña y el PRI rebasaran el gasto legal, a lo mucho recibirían sanciones económicas que ni siquiera equivaldrían al vergonzoso e histórico “Pemexgate” del año 2000.
         Así, los consejeros electorales se pueden hacer los Pilatos aztecas sin mayor rubor, aunque un mínimo de sensatez política y sensibilidad democrática los haría, al menos, realizar una rápida investigación al respecto e imponer la sanción correspondiente signada en la ley electoral, que ellos (vale decirlo) no hicieron y, mal que bien, sólo aplican.
         Con ello, tal vez lograrían quitarse un poco del lodo que los ensucia y rescatarían algo de la credibilidad perdida hace mucho por el IFE como institución dizque “ciudadana”.
         Se puede dar por sentado que AMLO y Vázquez Mota se lo restregarán en la cara a Peña en el debate, a lo que él, a lo mucho, responderá que todos los gastos están apegados a la ley y quizá tenga razón porque el PRI acostumbra comprar “paquetes electorales”.
         Con conciencias y simpatías incluídas o no, toda su publicidad la acuerda a base de convenios que llevan “de pilón” favores posteriores a una elección, en caso de ganar.
         Iluminados por el dinero seguro y estos favores comprometidos, sus clientes le hacen grandes descuentos, lo suficientemente accesibles como para que a la hora de presentar cuentas ante el IFE, no se le hallen sobregastos. Así de sencillo. Aunque, claro, independientemente de las trampas que los priistas bien aprendieron y aplican siempre.

DURANTE Y DESPUÉS DEL DEBATE

En el debate, Peña hará todo lo que esté a su alcance para dejarse ver como el galán de telenovela que puede ser Presidente del país porque tiene propuestas tan bellas como lo ven a él muchas mujeres. Vázquez Mota y AMLO (en ese orden) intentarán anteponer a su guapura lo ignorante que es en muchos temas torales para la nación.
         Peña no se enredará en un debate de confrontación de críticas y/o de propuestas no porque no quiera discutir algo, sino porque no es capaz de hilar con soltura y credibilidad dos o tres ideas. Es decir, no es un político hecho para la controversia.
         (Quadri será el francotirador “oficial”. Es decir, él se encargará de golpear a AMLO, a quien, por cierto, Vázquez Mota ignorará, a fin de darle a entender al electorado que ella es quien tiene todo para pelearle a Peña el primer lugar, así haya una o mil encuestas que indiquen su caída vertical en la intención del voto.)
         ¿Pero quiénes estarán atentos al rígido debate?... La mayoría del electorado no lo verá ni siquiera por morbo. Será la forma como los medios de comunicación lo retomen a partir de esa noche lo que provoque más polémica, y no lo que hagan o digan los contendientes presidenciales.
         Es prácticamente imposible que cambien las posturas hasta ahora mostradas por los comentaristas políticos. La mayoría, si no es que todos, sólo agregarán un supuesto por qué del “triunfo” de su candidato en el debate, y remarcarán las fallas (sus “razones”) de los demás.
Esa misma noche y al día siguiente, abundarán las encuestas (pagadas e independientes) sobre quién ganó el show. Pero las verdaderamente creíbles serán, sin duda, las que naveguen en las redes sociales. A ésas hay que ponerles mayor atención.





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