COLUMNA
CHICOTAZOS
DEL ODIO AL AMOR POR CARLOS SALINAS
FREDDY SECUNDINO S.
(Rosario Robles Berlanga, virtual secretaria de
Desarrollo Social del gobierno del priista Enrique Peña Nieto, siendo jefa de
Gobierno del Distrito Federal concedió a este reportero una entrevista a
regañadientes, para la revista ÉPOCA, que se publicó el lunes 18 de octubre de 1999.
La razón
de su negativa, según su equipo de prensa, era que el semanario sólo se
dedicaba a “golpearla”. Pidieron las preguntas que se le harían, y ante la
negativa, se limitaron “al menos” a un temario. La respuesta, verbal, también
se limitó a “todo lo que concierne a su mandato como sustituta en la Jefatura
de Gobierno”, cargo que estrenaba.
Tras
días de espera, finalmente cedió, no sin antes obligar a reportero y fotógrafo
a una sala de espera de dos horas. Más aún, tras el saludo obligado, advirtió
que sólo tenía 20 minutos… Pero ante el intermitente interrogatorio (muchas
preguntas no se incluyeron en la versión publicada), tuvo que aguantar una
hora. Se molestó en varias ocasiones e intentó cortar la entrevista.
Al no
poder hacerlo, dos días después se comunicó a la redacción (habló con uno de
los directivos) para pedir que no se publicara la plática, o “al menos” que
antes de eso se le enviara “la versión del reportero”. Se le preguntó porqué
estaba preocupada. Y su respuesta fue que algunas preguntas fueron “incómodas,
ofensivas”. Se le dijo que la edición ya estaba imprimiéndose y ni una ni otra
petición se le cumplió.
Días
después de publicada, este reportero supo que entre lo que le molestó fue que iniciara
la entrevista con una pregunta que “pretendía” hacerla confesar su interés por
la Presidencia de la República, o que “insinuara” que había llegado a la
Jefatura de Gobierno por “dedazo” (la ya clásica forma priista de designar a
sucesore(a)s en un cargo público), o que le “echara en cara” que le quedaba
grande la silla, o que si era llorona y berrinchuda, o que “la comparara” con
Margaret Thatcher, o que era “de mano dura”, o que “le dijera” ambiciosa, y
otras que no se incluyeron en la edición publicada por falta de espacio.
La retomo
ahora tal como se publicó no sólo para refrescar un poco a la persona política
que en ese entonces se decía de izquierda y antipriista convencida, sino porque
la anunció Peña Nieto como parte de su equipo de transición (y que, se presume,
sería la mandamás en la Sedeso), como pago por su apoyo en la campaña.
También
me remite a pasajes del libro “Derecho de réplica. Revelaciones de la más grande pantalla política en
México”, de su ex amante Carlos Ahumada,
quien revela que Rosario Robles le ayudó a seleccionar y editar los videos
hechos públicos (en marzo de 2004) de militantes y funcionarios perredistas
(René Bejarano, Ramón Sosamontes, Carlos Ímaz) recibiendo dinero de manos del
empresario argentino-mexicano (en esta misma columna, dos semanas atrás, hice referencia a este libro).
Ese
material lo entregó el propio Ahumada, en compañía de ella, al ex presidente Carlos
Salinas de Gortari, en la casa de éste, al sur de la ciudad de México. La idea
era asestar un golpe mediático-político a Andrés Manuel López Obrador, entonces
jefe de Gobierno del DF y enemigo personal de Salinas y de Rosario Robles,
quien en todo momento estuvo enterada o participó en el complot orquestado por
Salinas y que tuvo como ejecutores a los panistas Diego Fernández de Cevallos y
Federico Döring, más varios panistas y priistas como testigos y/o también
participantes directos, conocidos en la esfera pública (Santiago Creel, Ramón
Martín Huerta, Vicente Fox, Manuel Andrade, Arturo Montiel, Elba Esther
Gordillo… y Enrique Peña Nieto, entre muchos otros).
Ahumada afirma
en su texto (página 64) que Rosario Robles estaba “¡¡¡ob-se-sio-na-da!!!” (dicho textual) con
ser Presidenta de la República, y confirma lo que este reportero “pretendió”
hacerla confesar respecto a sus ilusiones de mandar desde el principal edificio
que se veía a la derecha de su oficina del GDF: el Palacio Nacional. Dice en la
página 142:
“En la
madrugada, antes de despedirnos, surgió una de las escenas más impactantes que
he visto en mi vida. Salinas le mostró su biblioteca a Rosario. Había
condecoraciones y fotografías, entre otros recuerdos. Cuando llegamos a la
vitrina donde conserva sus bandas presidenciales, Rosario le comentó que debía de
ser un gran honor y un orgullo portar la banda presidencial. Salinas
inmediatamente tomó una escalerita para poder subir a abrir la vitrina y sacó
una de las bandas presidenciales. Yo creía que nos la quería mostrar, y en
efecto así lo hizo, pero no fue sólo eso, sino que la tomó y se la puso a
Rosario cruzándole el pecho y le dijo: ´Te luce muy bien’”.
Era la
primera cita que Rosario Robles aceptaba con Salinas en México porque “tenía terror”
(Ahumada dixit) de que la descubrieran (ya se habían visto en Londres). Ahumada
relata que llegaron como clandestinos a casa del ex presidente y así salieron.
También
dice que Salinas le prometió a Rosario Robles que ayudaría a que el PRI en el
Congreso de la Unión votara una reforma legal para permitirle (a ella) que
volviera a ser jefa de Gobierno del DF, pero por la vía del voto. Quizá le
pidió a Peña Nieto esa moneda de cambio (la Sedeso) para buscar la candidatura
del PRI (como “independiente” o ya como priista, da lo mismo) al GDF en el 2018…
¿Acaso aún piensa en ser Presidenta de la República y Salinas está ya armando
el tinglado para lanzarla con bombo y platillos?
A
continuación, la larga entrevista “incómoda” que pretendió censurar la ex combativa
izquierdista y anti-PRI de corazón… y ahora sonriente y convencida priista):
¿Ya les quitaron
la ciudad a los delincuentes? En eso estamos, responde convencida Rosario
Robles Berlanga, a casi tres semanas de haber sustituido a Cuauhtémoc Cárdenas
en la jefatura de Gobierno del Distrito Federal y de haber heredado esa promesa
del hoy candidato presidencial del PRD y del PT.
Hiperactiva, propensa al estrés y a la
nerviosidad extrema, con agenda saturada –aunque afirma que todo está en
calma–, recibe con diplomática amabilidad a ÉPOCA en su despacho del viejo edificio del Ayuntamiento de la
ciudad de México, donde Cárdenas decidió gobernar a partir de diciembre de
1997.
Durante dos años, la sobriedad
distinguió al lugar. Ahora tiene aroma de mujer, los arreglos florales
empezaron a llegar desde el 29 de septiembre, cuando Rosario Robles tomó
posesión del cargo: orquídeas, aves del paraíso, rosas, girasoles, claveles,
gladiolas y otras formas de ambientación natural dan vida a la sordidez de la
madera oscura tallada con que están forradas las cuatro paredes que la rodean.
No hay espacio suficiente, sólo para el
escritorio de Rosario Robles, un sillón y una mesa de juntas. No es, quizá, la
oficina que muchos imaginan para una jefa de Gobierno en la ciudad más grande y
más poblada del mundo. Pareciera el ejemplo más claro de la austeridad de esta
administración.
Motivan su rutina de trabajo –mínimo 15
horas diarias– las fotografías de su hija Mariana, de 16 años de edad, y de su
esposo, el economista y analista político Julio Moguel, con quien ha compartido
22 años de matrimonio, además de valiosa información en los dos últimos años;
es asesor de Cárdenas.
Si bien las puertas de la oficina que
dan al Zócalo están selladas, aún se alcanza a escuchar las consignas de
algunas personas en plantón desde hace varios días y el permanente y sordo
sonido del tránsito vehicular. ¿Qué ve Rosario Robles desde aquí? Una
fotografía del Zócalo. En ella aparecen, enfrente, la Catedral Metropolitana, y
a la derecha, el Palacio Nacional. ¿Cuál de los dos edificios le gusta más?
El Palacio Nacional, por supuesto,
responde sin titubear.
-¿Le
gustaría pintarlo de amarillo y negro?
-Por supuesto… Lo pintaría de
democracia y responsabilidad social, de compromisos con la gente.
Influida por su padre, Francisco
Robles, desde joven la actual jefa de Gobierno se interesó en la política de
oposición. Los primeros escarceos como líder los dio en el Sindicato de
Trabajadores de la UNAM (STUNAM), de cuyo Comité Ejecutivo fue integrante de
1988 a 1993.
Alumna con promedio de 10 –como se
autodefine– y profesionista de probada inteligencia y capacidad, su carrera en
el servicio público ha ido rápidamente en ascenso. Quienes compartieron con
ella tareas en la Comisión de Enlace entre la administración de Óscar Espinosa
Villarreal y Cuauhtémoc Cárdenas, afirman que Rosario Robles buscaba la
Secretaría de Desarrollo Social, puesto que ocupa Clara Jusidman.
-¿Alguna
vez se imaginó estar en la silla que hoy ocupa?
-Evidentemente… Desde el momento en que
se planteó la necesidad de que el ingeniero Cárdenas se separara del cargo para
su postulación y campaña presidencial, se manejó la posibilidad de que yo era
una de las personas que pudiera sustituirlo. Hasta entonces no nos lo habíamos
imaginado. Es un proceso totalmente inédito. Los habitantes del Distrito Federal
no nos imaginábamos que íbamos a elegir a nuestro jefe de Gobierno, y gracias a
la lucha democrática de los partidos de oposición, particularmente el PRD –que
siempre planteó la elección directa–, pudimos hacerlo. Tampoco nos imaginábamos
que un partido de oposición pudiera estar al frente de la ciudad, y con la
campaña de Cárdenas fue posible… Son sueños que se han venido concretando poco
a poco.
-Sus
detractores dicen que le queda grande la silla, ¿qué opina?
-Simple y llanamente vamos a verlo al
paso del tiempo, con base en los hechos y las decisiones que hemos tomado. Lo
mismo se decía cuando quedé como secretaria de Gobierno… A quienes les quedó
grande la silla fue a quienes perdieron la ciudad en 1997.
-¿Cómo
recibe la ciudad de México, a dos años del gobierno de Cárdenas?
-Con logros importantes. La casa se
empezó a poner en orden. Se detuvo el deterioro en seguridad pública,
infraestructura y, sobre todo, en el tejido social. En dos años este proceso
empezó a revertirse y nosotros tenemos la ventaja de recibirla en un momento en
el que además se va a cosechar la labor ardua, de profundidad, que se llevó a
cabo en dos años.
-¿Cuánto
ha crecido Rosario Robles? En pocos años, diputada federal, secretaria de
Gobierno, jefa de Gobierno…
-Es parte del proceso político de cada
vez asumir más responsabilidades. ¿Cuánto hemos crecido? Eso tendrá que
evaluarlo la gente de acuerdo con nuestro desempeño.
-¿Cómo
era de niña: introvertida, extrovertida, llorona, berrinchuda?
-Pertenezco a una familia de seis
hijos: obviamente era difícil ser berrinchuda y llorona. Era estudiosa,
tranquila…, extrovertida.
-¿Qué
siente cuando ve a un niño de la calle?
-Indignación. En nuestro país hay una
política económica que empobrece, que margina, y siento indignación cuando no
se da prioridad a obras para beneficio de la gente.
-¿Y
cuando a ese niño lo ve con una máscara de Carlos Salinas?
-Pues más indignación.
-De
niña, ¿sus papás le enseñaron que cuando hay que referirse a alguien, no hay
que señalarlo con el dedo?
-Me enseñaron muchas cuestiones de
urbanidad. Además, acuérdese que yo asistí a una escuela de monjas.
-¿Le
gustaría que su hija fuera política?
-Me gustaría que sea lo que ella quiera
ser, en lo que ella se sienta bien y que se realice como ser humano.
-¿No
tiene indicios, usted no le inculca eso?
-Ella está inculcada en valores, en una
ética relacionada con la democracia, la transparencia, la equidad. Pero ella
decidirá cuál será su camino.
Destacada investigadora, autora y
coautora de varios libros y artículos, ponente en diversos congresos nacionales
e internacionales sobre economía, la situación del campo mexicano, asuntos de
pobreza y de género en el país, Rosario Robles es una empedernida amante de la
literatura. Su más reciente lectura, durante tres días de vacaciones –las
únicas que ha tenido últimamente–, fue Los
años con Laura Díaz, de Carlos Fuentes.
Lleva consigo la etiqueta de “dura”,
que no le agrada y rechaza. Su mano, al saludar, es firme y de tacto suave.
Según sus adversarios, no ocurre así cuando de confrontación política se trata,
pero asegura ser conciliadora.
Shakespeare, se le comenta, dijo alguna
vez: “Fragilidad, tu nombre es mujer”.
Rosario Robles responde de inmediato:
“Creo que ya han pasado muchos años desde entonces, se puede cambiar la
divisa”.
-¿Cuándo
le pidió Cárdenas que fuera secretaria de Gobierno?
-Me lo pidió algunos meses previos a su
toma de posesión (el 5 de diciembre de 1997).
-¿Esperaba
una responsabilidad así?
-Esperaba estar en el gabinete del
ingeniero, dado que formaba parte de la Comisión de Enlace y desde entonces ya
tenía tareas específicas, pero de ninguna manera se me ocurrió estar en la
Secretaría de Gobierno, cosa que habla de la audacia de Cuauhtémoc Cárdenas y
es parte de su profundo compromiso con las mujeres, de su convicción de que
podemos acompañar a los hombres de tú a tú en estas tareas de gobernar, de que
tenemos derecho a espacios fundamentales en la decisión política, y de que esta
nueva generación puede colaborar con él. Cuauhtémoc representa el futuro. Esto
es un triunfo de las mujeres en su lucha por los espacios, y lo es al mismo
tiempo porque el PRD es pionero en estas luchas. Nadie puede competir contra eso.
-¿El
PRD ganará en el 2000?
-Al PRD le corresponde ganarse el voto
de los ciudadanos. Mi tarea es gobernar bien para todos.
-Si
su nombramiento es un triunfo de las mujeres, ¿podría decirse que estamos ante
algo así como la aurora de la transición?
-Es parte del proceso democrático, del
cambio cultural en el país. Las mujeres jugamos un papel cada vez más
protagónico. No es casual que el PRD esté dirigido por una mujer y sea en el
gobierno más importante de México, a nivel local, donde esté al frente una
mujer. Eso, insisto, habla de las convicciones y congruencias en el partido.
-¿Hay
algo que la identifique con mujeres gobernantes de otros países como Margaret
Thatcher, Indira Gandhi, Eva Perón o, inclusive, la Madre Teresa, por aquello
de que usted estudió con monjas?
-Con Margaret Thatcher, nada, en
absoluto…
-¿Qué
hay de cierto en eso de la dureza de carácter y mano firme?
-Aquí hemos tenido mano firme, pero no
quiere decir que compartamos un proyecto similar. A quien deben identificar con
ella es al presidente Ernesto Zedillo y a José Ángel Gurría, por su política
económica neoliberal. Probablemente Augusto Pinochet se identifique con
Margaret Thatcher. Yo me siento la antítesis de ella, soy completamente
diferente. Y con Eva Perón, igual. Además, sería demasiado pretensioso de mi
parte identificarme con mujeres que tienen, bien o mal, un lugar en la
historia.
-¿Es
usted conciliadora?
-Absolutamente. Lo que pasa es que los
únicos que hablan de estas decisiones firmes, son los que han pretendido que yo
negocie la ley, cosa que no he aceptado.
-¿Conformista?
-Para nada, siempre he sido una mujer
luchadora.
-¿Ambiciosa?
-En lo personal, no. Ambiciono que mi
país cambie, que nadie muera por desastres naturales o por negligencia.
-¿A
qué distancia estamos en el camino?
-A menos de un año…
-¿Prefiere
una buena administración, una buena política o viceversa?
-Ha habido de las dos cosas: un
gobierno que ha manejado responsablemente sus finanzas, en medio de un acoso,
que ha puesto la casa en orden y ha tomado decisiones políticas concretas. Se
ha logrado que 70 por ciento de las marchas se reduzcan gracias a una política
de diálogo y de puertas abiertas, con la mayor cantidad de actores políticos de
la capital. Hemos tenido más de cinco mil reuniones con toda clase de
organismos y grupos, lo que nos ha permitido bajar mucho la conflictiva social
y encontrar la solución a los problemas. Hemos afectado intereses corporativos,
clientelares y, sin embargo, las reacciones han sido mínimas. La ciudad está
tranquila porque desde el ámbito político se han hecho bien las cosas. Hay
gobernabilidad. Se auguró el caos y no pasó nada. Eso se debe a la conducción
política, no a lo administrativo. La enorme diferencia de este gobierno con
cualquiera de los anteriores, es que sirve a la gente y no se sirve de ella.
-¿Disminuirán
las críticas de la oposición?
-Seguirá habiendo vigilancia porque de
alguna manera criticar a este gobierno es también criticar a Cuauhtémoc
Cárdenas. Siento que va a ser mucho menos el foco de atención, en la medida en
que se empiecen a desplegar las campañas presidenciales. No accederemos a
ninguna prebenda ilegítima, ni a nada que vulnere la ley. Tienen que
fortalecerse los derechos ciudadanos y no los cotos de poder.
-¿No
les dará algún argumento para que provoquen la ingobernabilidad?
-Eso va a depender de mantener las
puertas abiertas y el diálogo, es lo que hemos ofrecido y reiterado, además de
que no veo que por violaciones a la ley vaya a ponerse en cuestión la
gobernabilidad de la ciudad.
El 5 de febrero de 1998, a dos meses de
asumir el cargo de secretaria de Gobierno, Rosario Robles llamó a la oposición
a iniciar los diálogos para la reforma política del Distrito Federal. Su empuje
fue decisivo para el aceleramiento de las negociaciones: el 26 de ese mes se
instaló la mesa central, que ella presidió. El 12 de marzo se conformaron los
tres grupos para las pláticas y para el 26 de octubre se entregaron los
resultados del proceso de negociación con los cinco partidos representados en
la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF).
Entonces, se concretaron reformas de
participación ciudadana con la consignación de figuras jurídicas como el
plebiscito, el referéndum y la consulta popular, además de enmiendas
electorales que derivaron en un nuevo Código Electoral y la creación del
instituto y del tribunal electorales para el Distrito Federal.
Este proceso dio pie a cambios legales
posteriores como el aprobado recientemente por el Congreso: la elección por
voto universal y secreto de los titulares de las delegaciones políticas, que cambiarán
de nombre, aunque eso aún no se define.
Polémica, valiente, a Rosario Robles se
le deben muchos de los votos que el PRD logró en 1997 en la capital y en todo
el país, gracias a su trabajo al frente de las Brigadas del sol, grupo de
simpatizantes que promovieron al partido casa por casa en aquel entonces y han
continuado haciéndolo en todas las elecciones locales posteriores. Así, en los
comicios del 3 de octubre de este año en Acapulco, se convirtieron en los
mayores cazadores de “mapaches” electorales no sólo de la historia del puerto,
sino de la República.
Siempre dispuesta a defender a su jefe
y tutor político, Cuauhtémoc Cárdenas, a fines de 1998, cuando en el Congreso,
PRI, PAN y PVEM rechazaban la petición cardenista de mayor endeudamiento para
la capital, Rosario Robles retó a un debate público al entonces secretario de
Gobernación, Francisco Labastida, quien dijo que ella no era de su nivel y le
enviaría a uno de sus directores para debatir.
-¿Cómo
sintió esta respuesta?
-El actual precandidato presidencial
del PRI tuvo miedo y ahora entiendo porqué: no le va muy bien en los debates y,
evidentemente, no quiso arriesgarse.
-¿Quién
le gustaría para la final: Francisco Labastida o Roberto Madrazo?
-Ninguno.
-¿El
PRD le ganará a cualquiera de los dos?
-Cuauhtémoc Cárdenas tiene grandes
posibilidades…
-¿Qué
sería del PRD sin Cárdenas?
-Cuauhtémoc Cárdenas es el líder
político y moral más importante en el partido, pero no es el único.
-¿Quién
más, a ese nivel?
-Hay que platicar con el PRD.
-¿Sus
candidatos son tan fuertes como para conservar el poder en el Distrito Federal?
-Tiene gente de primera, honorable,
honrada y comprometida con su país y que ha sido parte de la lucha democrática.
La labor de convencimiento por medio
del diálogo le significó a Rosario Robles el reordenamiento del comercio
informal en el primer cuadro de la ciudad. Otros logros como secretaria de
Gobierno fueron la creación de la Comisión de Atención a la Vivienda en
Arrendamiento (CAVA), que permitió esquemas de mayor entendimiento entre
inquilinos y arrendatarios.
Impulsó también diversas iniciativas
para fomentar la participación ciudadana. Con el lema “Juntos vamos a recuperar
la ciudad”, Rosario emprendió una ambiciosa campaña para frenar el deterioro y
crear una nueva vista de la capital del país.
Diseñó y llevó a la práctica la difícil
tarea de construir una nueva cultura política que comprende, con especial
acento, la equidad de género: creó el programa Promujer y los Centros
Integrales de Apoyo a la Mujer en cada una de las 16 delegaciones políticas, el
Plan de Igualdad de Oportunidades para las Mujeres del Distrito Federal, así
como el Centro de Atención al Indígena Migrante, el Programa Permanente de
Atención Especial a Mujeres y Menores Trabajadores, además de mantener la
promoción de campañas contra la violencia intrafamiliar y de orientación en
salud reproductiva y prevención del cáncer cérvico-uterino.
-¿Hay
promesas inconclusas en el DF?
-No, creo que la mayoría de los
planteamientos, y sobre todo el más importante, recuperar la ciudad para todos,
se está logrando. Estoy muy optimista de saber que en dos años la gente ha
sabido valorar que la ciudad ha tenido más logros que cualquier gobierno
anterior.
-¿En
qué áreas se pueden destacar y cuáles serían sus retos para no dejar promesas
incumplidas?
-El área de seguridad es la más
importante: la gente sigue centrando en ella sus demandas y nosotros estamos
obligados a reforzar y a profundizar las líneas de trabajo que se emprendieron
en los dos años anteriores. En el caso del agua, por ejemplo, casi tres mil
litros por segundo que antes se perdían, se están recuperando, sin ningún
caudal adicional, sino con base en programas inéditos. En cuestión de
contaminación, el hecho real y contundente es que en 200 días no hemos tenido
una sola contingencia ambiental y que los incendios disminuyeron un 85 por
ciento este año… Se ha empezado el reordenamiento en el transporte público, el
retiro de transporte carcacha, se ha subsidiado el transporte popular (se
mantiene la tarifa de 1.50 pesos por viaje en el Metro, frente al costo real,
que es de más de tres pesos).
“En materia de obras, en esta temporada
de lluvias, que también ha afectado a la ciudad de México, no hemos tenido
desgracias qué lamentar. El trabajo de desazolve ha sido destacable… Todo esto
es parte de la misma convicción del partido: no habrá cambio de rumbo porque somos
parte del mismo proyecto que inició Cuauhtémoc Cárdenas. Simplemente
reforzaremos esas líneas de trabajo que hasta ahora se han llevado a cabo”.
-En
política de medios, ¿cómo conciliar intereses?
-Con información permanente,
sistemática, mucha comunicación con todos.
-En
el caso (Paco) Stanley se les ha criticado de revanchistas. ¿Qué opina de que
se le tome como la punta del iceberg
de la inseguridad en el Distrito Federal?
-Ahí quedó establecido con claras
evidencias (de) que se trató de un asesinato hecho por sicarios y por razones
específicas, que son las que ahora se están investigando y procesando, no tiene
nada que ver con la inseguridad que padecemos los ciudadanos. El caso fue
ejemplar en la política de medios y obligó a una profunda reflexión de los
propios medios sobre la necesidad de informar a los ciudadanos apegados a los
hechos.
-¿Ya
le quitamos la ciudad a los delincuentes? ¿Estaremos hablando de eso en octubre
del próximo año?
-Estamos en eso. Ha habido avances
importantes. Si hubiera seguido el gobierno que estaba, ahora estuviéramos con
alrededor de mil delitos diarios denunciados. Y nosotros bajamos de 800 a 600.
En el primer trimestre de este año hubo 53 asaltos a bancos y con el operativo
especial que pusimos en marcha, en cinco meses ha habido sólo cinco asaltos: es
una cifra récord. Pero la reducción de los índices se ha logrado también
gracias a la coordinación gobierno-sociedad: hay más de 500 comités de
seguridad pública en los que participan los ciudadanos y cámaras empresariales.
Hemos rehabilitado escuelas con la participación de los niños y los padres de
familia… Todavía hay que trabajar mucho y en eso estamos.
-¿En
cuestión de presupuesto, no habrá sorpresas para el 2000?
-Esperemos que no, esperemos que el
Congreso de la Unión sea sensible a las necesidades del Distrito Federal y no
decida castigar políticamente a sus habitantes por haber votado por un cambio.
-¿Se
pedirá mayor endeudamiento?
-Es parte de lo que estamos analizando.
Seguramente sí porque este año fuimos limitados y algunas obras se dejaron de
hacer por ese motivo. Ya lo informaremos próximamente.