jueves, 12 de abril de 2012

LA CANÍBAL (cuento)


LA CANÍBAL

(...o el tratado de la caridad)


FREDDY SECUNDINO S.

Los ocho días que Prudencia esperó para que la carne se marinara en vinagre, valieron la pena: sus invitados VIP se chupaban los dedos al degustar la delicia que les había cocinado con particular placer ese domingo.

Era, según les dijo ya en la mesa, "Cerdo borracho con pulque al estilo jabalí".

-¡¡¿What?!! -exclamó Clara, su mejor amiga, mientras los demás la miraban boquiabiertos, mostrando la comida masticada, como petrificados... Sin preguntas.

Ahora que saben la verdad, también están como petrificados, sin preguntas.

Todos sabían que Prudencia era, a pesar de su juventud, una experta de la cocina nacional. Se le daba fácilmente.

Creaba sus propias recetas. Todos los VIP de ese domingo, los de siempre, saben que los platillos de Prudencia tenían un sabor especial, único.

¿Quién podrá olvidarlo?

-Pues sí, "Cerdo borracho con pulque al estilo jabalí" - reiteró ese día ante sus invitados.

Y, pues no, nadie lo olvida.

Era una combinación de recetas que Prudencia vio en un recetario de cocina que Clara le había regalado.

Siendo niña, Prudencia urgaba continuamente entre los recetarios de la abuela, quien le enseñó el arte culinario.

-Échenle oreja -sugirió a sus amigos ese inolvidable día, con tono académico.

Habló rápido y emocionada, los detalles al máximo y las manos acompañándolos:

-Por ejemplo, para dos kilos de carne deshuesada -para seis personas-, 150 gramos de chile ancho, medio litro de pulque blanco, cervezas, vinagre, media cebolla morada rebanada, dos dientes de ajo, manteca, una lechuga, un manojo de rabanitos, una cucharadita de sal, 20 gramos de azúcar, además de tomillo, laurel, albahaca, perejil, salvia, cilantro, trébol, hierbabuena, bayas de enebro, corteza verde de nuez, clavo y pimienta...

Todos comían con singular alegría, mientras Prudencia se regocijaba explicándoles cómo debían preparar tan exquisito manjar.

-Pones a marinar la carne en vinagre durante ocho días -continuó-, sazonada con las especias, calientas en una cazuela dos cucharadas de manteca y, junto con la cebolla, fríes la carne hasta que esté medianamente dorada, luego mueles el chile , el ajo, la pimienta y todo eso, y le añades vinagre. La pasta que resulte, la fríes en la manteca que quedó de la carne y la metes a la cazuela, bañas la carne con el pulque, tapas la cazuela, la dejas cocinar a fuego lento hasta que se haya consumido el pulque y la salsa esté muy espesa...

Prudencia los miraba comer ansiosos, como saciando un feroz apetito, chupándose los dedos, probando entre sí los platillos...

-¿Y luego? -apremió Clara.

-Pues sacas la carne, que se escurra, la cortas en trocitos, la devuelves a la cazuela, bañada con cerveza, ¡y ya!, aquí tienes el resultado. Muy rico, ¿no?

-Como quien dice, para el marrano asesinado la cerveza es el shampoo en su baño de sangre -intervino riendo uno de los jóvenes.

-Exactamente -aprobó Prudencia, con garbo-, el último toque, la del estribo.

Tomó su caballito de tequila, brindó en lo alto, lo bebió de un trago e hizo lo que embelesaba a todos.

-¡Cool! -admitió con liviandad el más chavo de la mesa.

La comida, servida en platones de barro, estaba decorada con hojas de lechuga y rabanitos cortados en forma de flor. Hubo tortillas de maíz, claras y negras, hechas a mano y recién recalentadas. También dispuso dos molcajetes repletos de salsa a la mexicana. Y lo que todos bebieron extasiados fue un preparado especial de tequila creación de Prudencia.

Algo inimaginable.

-Un banquete de auténtica cocina nacional -alardeó al invitarlos.

Sin embargo, el deguste no inició ahí. Una hora antes les había abierto el apetito con unos tamales de elote con carne, el mismo tipo de carne del platillo principal. También eran una delicia. La sopa era de chícharos.

¿Y de postre?

Mmmm, una ricura llamada "Coscorrones", que no es más que una combinación rara y complicada de preparar compuesta por huevos, harina, azúcar, limón rallado y mantequilla.

Algunos de los ocho comensales se quedaron con la idea de que habían comido, sí, carne de cerdo. Otros, que de jabalí. Prudencia siempre dijo: "Cerdo". Lo cierto es que todos sus platillos tenían un sabor especial. Para sus amigos, si no era cerdo, a ratos era res, e inclusive, conejo o pavo...

Eso creyeron.

Hoy saben la verdad y están consternados, sufren pesadillas al dormir y ven fantasmas. Cuando comen algún tipo de carne -si es que lo logran-, la vomitan poco después de ingerirla. No pueden ver la moronga...

Prudencia ha muerto de "Kuru", una extraña enfermedad humana parecida a la de las "vacas locas" y que es consecuencia del canibalismo. La prudencia ha dejado de ser para convertirse en un debate público de antropofagia... ¿policíaco?, ¿médico-psicológico?, ¿moral?, ¿de cultura?, ¿de educación?... Prudencia fue la muerte estilizada en mujer: es la primera asesina en serie caníbal en la historia mundial. ¿Podrá usted creerlo? ¿Caníbales en este siglo? ¿Una mujer?

Sí.

Una mujer culta, de familia "bien", universitaria, excelente estudiante, graduada con honores, rica empresaria, conservadora y a ratos liberal, reconocida altruista con niños, de "intachable" trato social, aunque solitaria... Esa mujer murió joven, siendo una multihomicida antropófoga y sin haber pagado ninguno de sus crímenes. Nunca la descubrieron y, más bien, fue ella quien decidió confesar sus fechorías en el lecho de muerte.

Es el primer presunto asesino serial de nuestro pasado y presente a quien se le juzgará y se le condenará mientras su cadáver se pudre bajo tierra. De los veinte asesinatos que cometió en diez años, llevó al detalle un diario del antes, durante y después de cometido cada uno de ellos.

Prudencia murió joven, muy joven, a pesar de tanto mal. Acababa de cumplir los treinta y tres años de edad. No a todas sus víctimas las descuartizó, las cocinó en su totalidad y las compartió con sus amigos, pero de las veinte, una mitad fueron hombres y la otra mitad mujeres. La policía tiene en su poder el diario y audiocasets en los que ella misma grabó su confesión ante el arzobispo primado del país.

Las coincidencias entre los casos que explicó y los propios registros de la policía, son contundentes y no hay duda de que es verdad todo lo que le confesó al jerarca católico nacional. Son los únicos crímenes perfectos cometidos hasta ahora en el país. Por algunos de ellos, en las cárceles hay sólo chivos expiatorios pagando una condena ajena. El "presunto culpable" está muerto... O, más bien, muerta. Prudencia, autora confesa post mortem de veinte crímenes, murió de "Kuru", la enfermedad de los caníbales.

Esta historia no tiene ningún parecido con la realidad... Sucedió así como lo cuento.

********

-Maté a veinte personas, las cociné y las compartí con amigos y niños huérfanos -dijo de entrada Prudencia a su confesor, a quien previamente le había enviado una carta y éste, ni tardo ni perezoso, acudió al domicilio que en la misiva le indicaba.

Aseguró no ser ella mientras cometía los crímenes, que se imaginaba como poseída, en trance, pero que no recordaba detalles, que todo estaba en su diario.

Y así es.

Prudencia era una persona que aun poseyendo las mejores virtudes, fue capaz de hacer suyos los pecados capitales. Padeció una belleza amarga y disfrutó con dulzura sus delitos. Fue la antitesis de sí misma. Pidió perdón ante el arzobispo a toda aquella persona que haya dañado. Nadie como ella ha sido tan sutil en la burla. Los cuerpos policiacos lloran de vergüenza. ¿Cómo es posible que una mujer haya sido capaz de hacer tanto en contra de tantos y durante tanto tiempo?... Bueno, eso se preguntan los policías. Prudencia hará cambiar las leyes penales del país. Movilizará conciencias en todo el mundo. Hablarán de ella en los palacios de gobierno de las grandes potencias, los científicos se distribuirán tan delicioso pastel, se harán películas, programas de televisión y de radio, se escribirán grandes reportajes, entrevistas a cualesquiera, cátedras universitarias, mesas de discusión diversa..., palabras eternas. Lo que hizo Prudencia supera por mucho, muchísimo más lo hecho tiempo ha por la asesina de niños inglesa Myra Hindley.

*********

Prudencia es ahora "La Caníbal", nombre de su caso en el código de los archivos policíacos.

La sobremesa del viernes se prolongó toda la tarde, entre comida, tequila y café. Llegaron a la casa de Prudencia al filo de las ocho de la noche. De ahí en adelante, con un intervalo para comer algo y volver a emborracharse, fueron caricias, abrazos, besos, palabras al oído, cuerpos ardientes, respiración acelerada, sexos ansiosos, en el clímax de la reconciliación, el rescate de movimientos, de puntos sensibles, vagina húmeda, mojada, caliente, punzante, un pene a punto de reventar, un "ya por favor, ya por favor" lento, sin prisas, pero sin pausas, que entra suave, despacio, se incha y se pone más duro, lo recuerda muy bien, claro, el día que le dio a Jesús, como regalo de cumpleaños, lo más preciado, lo más suyo, lo más profundo, tierno y rosado, y él, experto ya en esas lides, la trató como ella lo esperaba, sin dolor, sin tropiezos, con pasión, con ardiente deseo, con un unisónico "ay, ay" de placer absoluto, de entrega total, ¿cuántas veces esa noche, Jesús, cuántas?, ¿recuerdas cómo te lo pedía y cómo me respondías?, ¡qué buen semental eras, desgraciado!, dos, tres, cuatro, cinco, hasta diez orgasmos contínuos, de noche, de tarde, de madrugada, de mañana, ¿de dónde me salía tanto lubricante para tu incansable verga?, ¿cómo es que producías tanto semen para bañarme, para lavarme por dentro, para rociarme tu calor, tu esencia?, cómo te retorcías y gemías sobre mí, sobre mis carnes más inocentes, ¿lo recuerdas, Jesús, aún no se te olvida?, tú me perforaste entre mis piernas, tú cambiaste el olor de mis flujos más profundos, olían a guayaba, a flor de durazno, sabían a papaya con miel, tú te los bebiste tantas veces, tú empapaste tu verga con ellos (¡ay, Dioooos!) tantas veces, chapoteaste, nadaste en ellos, te revolcaste en ellos, fuiste imprudente con ellos, y los ensuciaste, les diste otro aroma, otro sabor, más fuerte, más agrio, más viejo, mi himen, mi inmaculado himen, ¿recuerdas?, tan frágil y tan potente, cual nariz, sólo tenía dos minúsculas perforaciones, apenas para respirar, era virgen, Jesús, ¡Cristo, virgen!, ¿sabes lo que es dejar de ser virgen?, claro que no, ¡pendejo de mierda!, porque tú sólo tienes verga, y con ella rompiste, desgarraste, desfloraste, ¡destrozaste mi himen!, con ella lo hiciste cambiar, gracias, Jesusito, no te olvidaré nunca, te voy a inmortalizar, te voy a convertir en historia, tú naciste para morir junto a mí, si yo te di, te compartí mi sangre más profunda, mi sangre inmaculada, tú tendrás que compartirme tus fluidos, tus ríos, tu mar, porque éramos únicos, mis amigas me envidiaban cuando les hablaba de ti, "préstamelo", y yo no, cómo creen, están locas, apenas y me llena a mí, y no, no me llenabas, no me cansaba de ti, de tus manos, tus tetillas, tan tímidas y tan ligeras, y tu trasero, ¡ay!, tu trasero, Jesús, Jesusito, muá, pero sobre todo tu verga, Jesús, tu verga que no sólo expulsaba semen a chorros, biscosidad caliente, rica, untable en el pecho y en las nalgas y en el ombligo, tú en tu estado semental eras encamable, enteramente acariciable, mamable, babeable, mordisqueable, ¿cómo olvidarlo, Jesús?, ¿cómo, Cristo mío?, a ver, dime, dímelo ahora, cuatro años de no hacerlo, cuatro años de no sentir tus poros respirar, cuatro años de sequía, cuatro años de desierto, cuatro años de vigilia, cuatro años de no encontrarse nuestros sexos, cuatro años sin orgasmo, Jesús, ¡cuatro años sin orgasmo!, ¿dónde quieres que deje tanta energía, tanto deseo reprimido?, ¿en la verga de quién?, no Jesús, si no ha de ser en la tuya, no será en ninguna, sólo la tuya, la tuya que siempre andaba tiesa, la tuya, sí, la que tanto chupé, mordisqueé, endurecí y la hice venirse una y otra vez, la tuya que entraba en mi boca y me la quería comer, en mis manos y me la quería comer, en mis pechos y me la quería comer, en mi entrepierna ¡y me la quería comer!..., yo sobre ella, tú atrás de mí, explorando mis nalgas, mi espalda, mis senos, mi cuello, mi pubis, mi clítoris, entras, sales, entras, sales, me volteas, mis pies sobre tus hombros, tus manos sobre mis pechos, empujas a gran velocidad, te detienes, metes sólo la puntita, te mueves para un lado, para el otro, mi punto G, mi punto G, ya, Jesús, ya, no te detengas, y sí, sí te detienes, lo metes y sacas rápidamente, lo sacas por completo y restregas sobre mi clítoris, que tiembla, que punza, agarro tu endurecida verga y la meto en mis rincones más ocultos, descubiertos para ti, Jesusito, sólo para ti, ¿me entiendes?, sólo para ti, tómame, penétrame, deslízate en mí, vente, vente, báñame, rocíame, mójame de tí, empápame...

Poco después del enésimo orgasmo, Jesús se quedó dormido. No podía haber mejor reencuentro. ¿Y mañana? ¿Las cosas tendrán que ser igual? No, por supuesto que no. ¿Y qué le voy a decir a Jesús cuando él se niegue a que continuemos como si nada hubiera pasado?, ¿me voy a acostumbrar a vivir con un semental?, yo no quiero tener hijos, ¿él querrá tenerlos?

Prudencia recordó la película "El imperio de los sentidos", que tanto le gustó a los dos. La noche que la vieron en casa de él, cual leones en celo, se la pasaron revolcándose por todos lados, hasta en la azotea. A ratos, él se dormía con su verga dentro de ella, que le pedía que no se saliera, y al despertar otra vez, y al final, él caía dormido, como ahora, y ya, a mi merced, a mi antojo, tan frágil, tan cazable, tan apetecible, ¿a qué sabrá su verga?, si sabe igual que su semen, mmmm, qué rico, doradita, que truene al masticarla, cronch cronch, y tus testículos, Jesús, tan grandes, tan potentes, ¡tan cumplidores, carajo!, al fin que a mí me encantan las criadillas de toro, ¿te acuerdas, Jesús?, sí, cómo no te vas a acordar si siempre que las comíamos, porque a tí también te gustaban, te la pasabas acariciándome la nuca y terminábamos revolcándonos y yo te los chupaba, ¿recuerdas?, pero llegaba el momento en que ya no respondían, tú te dormías y yo me quedaba con ganas, no se vale, Jesús, no se vale, no le hagas eso a mi vagina, mi rosada vagina, tan firme ella, tan estrecha siempre, a pesar de tanto que la penetraste, a pesar de tan húmeda, Jesús, ahora la tienes otra vez mojada y con deseos de que entres y salgas de ella las veces que quieras, ¿para qué me sirves, si tu verga no se pone dura por más que la beso y la chupo y la acaricio y tú roncando?, ¿recuerdas "El imperio de los sentidos", Jesús?, nosotros hubiéramos hecho mejor papel en ella, tú tienes mejor verga que el protagonista, me la voy a comer, Jesús, aunque nunca me la quisiste regalar cuando te la pedía, ¿lo recuerdas?, dámela, no, ándale, no, no seas malito, no, nomás la quiero para tenerla en mi buró, que no, así cuando tenga ganas de que me penetres lo hago yo misma y te imagino conmigo, no, me la voy a comer, Jesús, para llevarla dentro de mí, eternamente en mí, no te voy a lastimar, te la voy a cortar con calma, con cariño, con suavidad, para que me endulce el paladar, pero para que no te duela, primero voy a cortar tu garganta, Jesús, ay tu manzana de Adán, debe tener un rico sabor frita, tronadora, o en su jugo, sí, mejor en su jugo, tu sangre caliente, Jesús, mmmm, qué rico sabes, ¿recuerdas que lo primero que te dije cuando nos conocimos fue "qué rico hueles"?, no era tu loción, eras tú, era tu esencia, tus esencias, lo más puro de ti, lo más entrañable, un solo tajo certero de mi cúter, uno solo te evitará el sufrimiento, no te voy a lastimar, Jesús, ¿cómo crees?, me dueles y no quiero que te duela, lo haré con prudencia, como ya me conoces, con pasión, con tacto, por gusto, por placer, y para que las paredes no digan que eres un cobarde gritón, con mis carnosos labios te voy a tapar tu boca mientras desgarro tu garganta, Jesús, no te preocupes porque tu sangre manche mi colchón, no, tu sangre no mancha, purifica, Jesús, purifica...

***********

Prudencia se llevó a Pru a su recámara. Disponíase a ver una película en la tele, pero el perro estaba tan nervioso, que se metió con él debajo de las sábanas, tenía puesta sólo una minúscula playera roja, lo acostó, lo acarició, le habló con fervor y lascivia, lo besó en los ojos, las orejas, la nariz, Pru saca la lengua y comienza a lamerla. Prudencia con labios sabor a cabrito, Prudencia, mmmm, Prudencia, cuerpo fresco, oloroso, ay, tus tetas, Prudencia, tus tetas, prudente como serpiente y sencilla como paloma, sí, Pru, lámeme, chúpame, muérdeme, recórreme con tu lengua, excítame, Pru, excítame, lo necesito tanto, Pru, lo necesito tanto, tú tan templado, Pru, tan discreto, deja que Dens se harte de cabrito, tú me tienes a mí, tienes mis labios, mi cuello, mi espalda, mi ombligo, mis muslos, mi sexo, mi rosada rajita, rasurada, sin estorbos, libre para ti, Pru, para ti, lámela, es tuya, así, Pru, así, ven, súbete en mí, cariño, súbete, ven, abrázame con tus pezuñas, méteme ese pito puntiagudo, rojo de deseo, mételo con todo y bolas, que se deslice sobre mi punto G, mójame, Pru, hazme tuya, méteme tu verga, Pru, así, así, rápido, rápido, Pru, aahhhh, qué lindo perrito, qué linda verga tienes, Pru, muévete más, así, así, asííí, ay, mi dóberman, ¿quién como tú?, más, más, más, ouhhhh, aahhmmmm, quédate así, aaahhhhh, Pru, déjame tu verga adentro, como si se la dejaras a una perra, pégate en mí, Pru, pégate con tu verga a esta perra, no te vayas, deja que Dens siga comiendo cabrito, disfrútame, ¿estoy caliente, Pru?, ¿sí? Qué bueno que te tengo conmigo, Pru...

Era una costumbre.

A veces Pru, luego Dens, a ratos ambos.

-¿¡Qué delicia es ésta, oye!? -silabeó una de las amigas de Prudencia, al probar lo que ésta había cocinado.

-Ternera envinada a la naranja con ciruelas -recalcó con presunción, sabedora de que se cumplía su objetivo de sorprender a sus amigas con una comida especial... ¿Cuánto tiempo sin vernos, Prudencia? ¿A qué te dedicas, aparte de tu ingenio azucarero? A vivir, amigas, a vivir, que el mundo dejará de existir...

Para agasajar a sus amigas el domingo, Prudencia necesitó ocho kilos de ternera, siete naranjas medianas, un clavo de olor, cuatro granos de pimienta medianos, 50 gramos de manteca, una rajita de canela, dos dientes de ajo, un trozo de mantequilla, tres cuartos de litro de agua, cuatro pimientos morrones, doce ciruelas pasas grandes, dos tazas de vino tinto.

La cocción es rápida. El día anterior, hay que moler el ajo, el clavo, la pimienta, la canela, agregar algo de jugo de las naranjas, mezclar todo muy bien y verter todo esto sobre la carne en un recipiente en que éste quede apretado. Al día siguiente, sacar la ternera y freírla en manteca hasta que esté bien dorada por todos lados, añadirle entonces el jugo de naranja restante, el agua, y dejar cocinar hasta que la salsa se condense y la carne esté suavecita, mientras tanto, remojar las ciruelas, retirarle los huesos y molerlas, agregarlas a la ternera, después se le echa el vino y se deja a fuego lento, hasta que se haya consumido en un ochenta por ciento. Se sirve caliente.

**********

La noche anterior al cabrito en su sangre, Prudencia se fue de reven, sola. Estuvo en tres antros, los más exclusivos. En todos bebió tequila. Entrada la madrugada, regresó al primero que había visitado. Era un lugar gay. Allí conoció a una jovencita pelirroja bellísima de veinte años de edad, Yésica. Bebía su tequila en la barra. Prudencia la abordó. La chica también iba sola, acababa de conocer el sitio. Prudencia había estado allí en una ocasión, hacía ya muchos años. Allí quería ir con Jesús "N" el día que se reencontraron. Prudencia y la chica platicaron, bailaron, bebieron juntas, rieron, se abrazaron, se besaron, se acariciaron, se lamieron, la invitó a su casa y la otra aceptó gustosa.

Al llegar, Pru y Dens las recibieron con un júbilo inédito. Pru se fue sobre Prudencia y Dens sobre la pelirroja, quien le correspondió. Menos mal que le gustaban los perros porque Dens no la dejó en paz en ningún momento. Se sentaron en la sala y el perro la lamía en donde podía y meneaba la cola sin parar.

-¿Te gusta, chiquito? -acarició Prudencia a Dens, y éste comenzó a ladrar.

-¡Que lo tienes impactado! -interpretó ella, carcajeándose, con la botella de tequila en una mano y los caballitos en la otra. Yésica también reía y dejaba que Dens la lamiera por doquier.

-¿Pido su mano para tí?

-¡¡Guau, guau, guau, guau!!

-¡Dice que quiere toooodo contigo!

¡¡¡Jajajajajajajajajajajaja!!!

-¿Y cómo los distingues, si son iguales?

-Dens tiene la verga más grande...

¡¡¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!

-No, ya en serio, ¿cómo los distingues?

-Dens tiene la oreja derecha más parada... y siempre anda con la verga ídem.

¡¡¡Jajajajajajajaja!!!

Salud, salud, salud, salud y más salud...

Prudencia, en la cordura. Yésica, zzzzzzzzzzzzzzz. Dens inquieto... Sí, desvestir a la chica. ¡Guau, guau, guau! Pru en un rincón de la sala. Yésica desnuda sobre el sillón. Dens lame y lame la nívea piel de la pelirroja, al descubierto el discreto triángulo rojizo en el vientre y el sexo liso, rasurado, sonrosado. Prudencia lo besa, lo chupa, aaahhh, con su lengua ardiente, perversa, mmmm, llovizna cálida, Dens lame y lame y lame. Prudencia sobre el clítoris de la chica, aaahhh, su dedo busca la húmeda vagina, pero está cerrada, Yésica es virgen... ¡Virgen!... Como ella cuando Jesús la hizo tener su primer orgasmo, estúpida, ¿cómo te atreves a aceptar mi invitación, siendo virgen?, así te quería, eres lo que andaba buscando, desflorar una vagina, no, no le voy a meter el dedo, no, ella no se merece tal castigo, no, mejor te la voy a dar a ti, Dens, ¿te gusta, Dens?, ¡guau!, ¿sí?, qué linda es, ¿verdad?, mírala, parece un angelito, nuestro angelito de la guarda es virgen, Dens, ¡virgen!, grr, grr, sí, Dens, un himen inmaculado, me lo encontré para ti, es tuyo, bésalo, lámelo, mmmuaahhh, chupa, Dens, así, mmmmmm, una vagina sellada, aaaahhhh, ¿quieres perforarla, Dens?, guau, guau, ¿sí?, ven, cariño, ven, a ver, mi querida, no te despiertes, complace a mi Dens, no lo desaires, anda, preciosa, ponte así, abre más tus piernas, ¿listo, Dens?, sube, hermoso, rompe ese sabroso himen, ay, muévete más, Dens, muévete más, ay, empuja, empuja, ¡ay!, ¿te duele, preciosa?, aguanta, aguanta, Dens sabe cómo hacerlo, ay, sólo afloja, es lo mejor que podía pasarte este día, empuja, Dens, ay, empuja, ¡aaaahhhh!, así, chiquito, sángrala, sángrala, aayy, yo me beberé sus fluidos, ay, ay, sí, hermosura, yo bebo su sangre, ninguna verga de hombre te hubiera hecho sentir mejor, aahhh, qué rica sangre te sale de esas cañadas internas, mmmm, ¿por qué te encontré hasta ahora, Yésica?, no importa, dulzura, lo bueno es que ya estás aquí, aaahhhh, qué bueno que Dens metió su verga en tu vagina virgen, dale más, dale mucho más, dale tus nalgas, tu culo, tus labios mayores, mmmm, carnosos, tu pulpa, tu estero de pasión, tus labios menores, tus rosados labios menores que saben a durazno con melón y miel, qué rico sabe tu sexo, por eso Dens te asedió de inmediato, tenía razón, pedazo de ternera, qué bueno que te emborrachaste rápido, imbécil, ¿ves?, ya perdiste, pendeja, tan chiquita y tan perdida, y tan grandota y todavía virgen, ¿ya ves?, ya perdiste, y con Dens, con un pinche dóberman, aaahh, qué linda verga tiene, ¿verdad?, pobre Dens, ya lo había castigado, yo nomás entregándome a Pru, mi Pru, con su oreja más chiquita pero con su verga bien paradita, jajaja, te tocó mi Dens, no te puedes quejar, ¿qué se siente tener su verga adentro, eh?, su líquido caliente, uno, dos, tres chorritos, uno tras otro, sin parar, feliz porque te desvirgó, ha de creer que eres una perrita, ¿verdad?, una perrita virgen en celo, vas a tener perritos, chiquita, ¡la primera mujer que pare perritos!, guau, guau, qué chulada, ¡y yo soy la dueña del padre!, ¡qué heavy estoy!, pero no, no quiero hacer escándalo, no quiero meter a mi Dens en líos, no, mejor le doy tu sangre, en honor a que logró penetrar tu inmaculado himen y te hizo vibrar, pedir más, más, aunque doliera, desvirgar a una pelirroja, ¡era mi sueño, Dens, era mi sueño!, ¿recuerdas que te lo dije?, gracias, Dens, gracias, eres el mejor amante, ¡sigue rociando a esta perra con tu semen!, cógetela, ¡guau!, sí, Dens, cógetela, es tuya, ¿quieres su sangre, Dens?, ¿quieres saber cuán sabrosos son sus glóbulos rojos?, ¡guau!, su sangre, Dens, su esencia, su elíxir, tú la desflorabas y ella ¡ay, ay!, jaja, qué estúpida, ¿verdad, Dens?, ser desvirgada por un perro, ¡ja!, qué ser más deplorable, Dios mío, ser cojida por primera vez por un dóberman, ¡Dios, entregarle el himen a un perro!, ¡¡y borracha!!..., vieja sucia, piltrafa, ramera..., bueno, no es cualquier perro, es Dens, qué bueno que le tocó a él y no a un pinche hombre, guácala, ¡a la chingada los hombres!, ¡arriba la vagina, cabrones!, aaaaagggghhh, ¿verdad que sí, mi Dens?, aaaaaggghhh, guau, guau, sí, Dens, bébete su sangre, igual que lo hace Pru, míralo, qué rico, mmmm, cómete sus glóbulos rojos, negrito, anda, bébete la sangre de esta idiota...

Prudencia descuartizó a la joven a un lado del sillón, allí mismo se comió los senos y los labios mayores de su sexo. Mientras tanto, Pru y Dens lamían sedientos la sangre que escurría de la garganta de la doncella...

Al rato, Yésica estaba como Prudencia acostumbraba conservar sus "manjares": en dos recipientes grandes, adentro del refrigerador. El sábado prepararía con ella "Cabrito en su sangre" y "Ternera envinada a la naranja con ciruelas".

*Fragmento del cuento "LA CANÍBAL (...o el tratado de la caridad)", del libro PRECOCIDADES (México, Editorial Resistencia, 2006), de FREDDY SECUNDINO S.



1 comentario:

  1. ¡Qué cosa! ¿Que si me gustó? Más que gustarme encuentro el perverso placer de leer tu prosa con el estómago contraído y las manos en un lugar indeterminado. Quiero leer el resto.

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