COLUMNA
CHICOTAZOS
AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS
FREDDY SECUNDINO S.
El inminente
fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) con la
declaratoria de Presidente electo para Enrique Peña Nieto me lleva a retomar
algunos extractos del libro Derecho de
réplica. Revelaciones de la más grande pantalla política en México (Grijalbo,
2009), del ínclito Carlos Ahumada, ¿lo recuerdan?
Sí, el otrora “dueño” del equipo de
futbol León, el propietario del fallido diario El Independiente, el responsable de destapar en videos (en marzo de
2004) las corruptelas de los perredistas René Bejarano, Carlos Ímaz, Ramón
Sosamontes y Gustavo Ponce. Los tres primeros recibiendo dinero a manos llenas
de parte de Ahumada, en la oficina de éste, y el último derrochando dinero en
un casino de Las Vegas.
El ex novio (¿amante?, ¿amigovio?) de
la ex dizque izquierdista y ahora ultra-archi-recontra-convencida
peñista-priista Rosario Robles, el dudoso empresario millonario que se alió con
Vicente Fox, Carlos Salinas, Diego Fernández de Cevallos y una que otra alimaña
similar, si bien se victimiza y recurre al martirologio en su mamotreto en el
que cuenta los mil 131 días encarcelado en el reclusorio norte del DF, deja
muchas pistas sobre el modo de hacer política en México y las mañas de quienes enferman
de poder en este burlado país.
Los extractos que aquí se consignan textuales
tienen que ver con esa clase de mexicanos y mexicanas que son capaces de hacer
cualquier cosa, por encima de quien sea y lo que sea, con tal de conseguir un
puesto público u otro privilegio. Para ello, no importa con quién hay que
aliarse. Ni importa la ideología. No hay escrúpulos. Y sobran la hipocresía y
el cinismo.
Podrá creerse o no el dicho del
susodicho que lo escribe, pero no se podrá negar que, independientemente de los
hechos que consigna como verdades, las coincidencias no se parecen a nuestra
realidad…, ¡son nuestra triste realidad!, y quien no lo acepte así, una de dos:
o siente culpa por alusión o son excelsas su insensatez y su cinismo, dígase
político(a), funcionario(a) electoral, empresario(a), periodista o ciudadano(a)
“de a pie”.
Y a propósito de las ya conocidas
declaraciones del magistrado presidente del TEPJF (“nadie podrá ganar en la
mesa lo que no obtuvo en las urnas”), Alejandro Luna Ramos, en referencia a la
impugnación del Movimiento Progresista y su exigencia de anular la elección
presidencial, comenzamos con lo que de él dice Ahumada acerca de sus convenios
políticos. Quizá esto dé una guía sobre su actuación en el proceso electoral
actual y su voto en la calificación de la elección presidencial, mismo que
será, insisto, para validarla y declarar a Enrique Peña Nieto Presidente electo.
Más adelante, cito lo correspondiente a
la ahora orgullosa peñista-priista Rosario Robles y su alianza con Carlos
Salinas para dar a conocer los mencionados videos, los favores que le pidió al
ex presidente, así como la participación de Enrique Peña Nieto en el caso.
ASÍ SE HACE JUSTICIA
“Le pedí a Ceci
que llamara a algunos de mis supuestos amigos; en general, la veían o le contestaban
el teléfono una vez y nunca más. No le resolvían ningún tipo de problema. Así
ocurrió con Alejandro Luna Ramos, hoy magistrado del Trife, con quien compartí
por más de 10 años un sinfín de reuniones y fiestas en su casa y en la mía.
“Cuando sucedió el problema, Ceci
acudió en nombre de la amistad que teníamos a pedirle ayuda, ya que él y sus
hermanos Carlos y Margarita eran magistrado de circuito, magistrado del
Tribunal Colegiado y ministra de la Suprema Corte de la Nación,
respectivamente. Sólo les pedíamos su apoyo para que se respetara la ley al
tratar mi caso, que se aplicara la ley a secas.
“Lo único que consiguió Ceci de su
parte fue un trato muy frío y cortante. Alejandro le dijo cínicamente que un
vaso de agua y una orden de aprehensión no se le negaban a nadie; que veía mi
situación muy difícil y que no había nada que él pudiera hacer. Por su parte,
Margarita se negó a recibir a Ceci personalmente.
“Quiero abundar aquí sobre mi relación
de amistad con Alejandro. Habíamos estrechado lazos entre nuestras familias.
Con doña Gloria, su esposa, así como con sus tres hijos, compartimos todos los
15 de septiembre durante muchos años, así como otras fiestas que él celebraba
en su casa. Allí fue donde conocí a su adorable madre, que era una señora muy
alegre, muy positiva, irradiaba mucha energía, y a Carlos y a Margarita, los
hermanos de Alejandro.
“Margarita Luna Ramos, por cuestiones
de esas inexplicables que tiene la vida, gracias en gran parte a mi intervención
y a la negociación de los famosos videoescándalos, logró llegar a ser ministra
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. En enero de 2004, un fin de
semana, un sábado, llegó Alejandro a mi casa y me preguntó cómo era mi relación
con Diego Fernández de Cevallos. No sé cómo, pero de algo estaba enterado. Le
dije que en esos momentos creía que era buena y entonces me comentó que su
hermana Margarita había sido propuesta para ocupar el lugar de ministra de la
Suprema Corte, como relevo de Juventino Castro.
“El 2 de diciembre, la fracción del PAN
en el Senado, encabezada por Diego, no había aprobado su nombramiento, a pesar
de contar con el apoyo del PRI y del PRD. La terna había sido devuelta al
presidente Fox, quien estaba obligado a presentar una nueva.
“Alejandro consideraba que en la nueva
propuesta seguramente iría nuevamente su hermana Margarita y por ello quería
contar con el apoyo de Diego y, por lo tanto, del grupo en el Senado del PAN.
Le dije que me dejara ver qué podía hacer, que si veía a Diego –yo sabía que lo
iba a ver por el asunto de los videos– se lo plantearía.
“Sin embargo, era tanto su deseo de
conseguir el apoyo de Diego a través mío, que con el pretexto de que viera la
remodelación de su casa, obra que me había pedido que realizara y para la que
ya se tenían el proyecto y los planos hechos, me pidió que ese mismo sábado
fuera a su casa ubicada en la calle de Sargazo número 118, en la colonia El
Rosario, en Coyoacán.
“Fui aproximadamente a las 3 de la
tarde, vimos los detalles y confirmé que se trataba de un mero pretexto para
que fuera a su casa. Alejandro subió a la planta alta y me mandó a decir con su
esposa, doña Gloria, que si podía subir porque justo había hablado su hermana
Margarita al celular de Alejandro y que el aparato no se escuchaba bien en la
planta baja.
“Subí y Alejandro me dijo que Margarita
me quería saludar por teléfono; me la pasó, la saludé, hablamos dos o tres
minutos, en los cuales me agradeció de antemano cualquier gestión que pudiera
realizar con el llamado Jefe Diego para lo de su ratificación como ministra de
la Suprema Corte. Le dije que no tenía nada que agradecer, porque yo no sabía
si podría lograr algo, pero que haría mi mejor esfuerzo.
“Salí de la casa de Alejandro e
inmediatamente le hablé a Diego y le pregunté si lo podía ver; me dijo que
fuera en ese mismo instante a su casa. Eran los días en que nuestra relación
estaba en su mejor nivel, al grado de que sentía que en esos momentos podía
pedirle un rib eye fresco de Sonora y él lo mandaría traer de inmediato en
avión para la cena, con el fin de que yo estuviera contento con él. Por
supuesto que nunca se me ocurrió y nunca lo hice.
“Lo que sí hice fue plantearle la
situación y pedirle el favor de que apoyara a Margarita Luna Ramos para ser
ministra. De entrada, me dijo que era una señora muy conflictiva y pagada de sí
misma, pero luego añadió: ‘Bueno, dentro de la relación que estoy teniendo
contigo y como una muestra más de mi apoyo hacia tu persona, está bien, la voy
a apoyar’.
“Le pregunté si me podía comunicar con
Alejandro para comentarle su respuesta, y aceptó. Llamé a Alejandro, le dio
mucha alegría, me dijo que jamás en la vida me lo podría pagar y me dio el
número del celular de Margarita para comunicar a Diego con ella.
“Acto seguido los comuniqué, quedaron en
desayunar el lunes siguiente y lo último que supe, por los medios de
comunicación, fue que el 19 de febrero de 2004, Margarita Beatriz Luna Ramos
fue nombrada ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, con el
apoyo del Jefe Diego y la mayoría de los senadores del PAN, a pesar de que al
interior de la bancada se le cuestionó a Fernández de Cevallos por qué el PAN
tenía que apoyar a Luna Ramos, cuando en diciembre no lo habían hecho.
“Después, cuando yo estaba preso y las
autoridades del GDF abusaban de su poder para pervertir el curso de la justicia
en todos mis procesos, Alejandro Luna Ramos se desentendió de mí, de nuestra
amistad, cuando lo único que le pedía era su apoyo para que mi caso fuera
tratado en los tribunales con el más elemental apego a derecho”.
ROSARIO ROBLES, SALINAS Y PEÑA NIETO
“En septiembre
de 2003 realicé un viaje a Londres para que pudieran hablar personalmente
Rosario Robles y Carlos Salinas. A Salinas le interesaba mucho hablar con
Rosario, y ella, después de todos los intentos que había hecho para solucionar
el problema financiero que tenía el PRD –del cual una parte muy importante era
lo que me debía a mí, además de que le debía todavía a muchos prestadores de
servicios, entre ellos Televisa, y por lo cual había renunciado en agosto a la
presidencia del PRD–, creía que con Carlos Salinas podía resolver este asunto.
Comenzaron a enviarse mensajes a través de mí.
“Ella tenía terror de ver a Carlos
Salinas en México, pero aceptó verlo fuera del país y se decidió que fuera en
Inglaterra, en Londres. Cabe señalar que después de vernos con Salinas en el
extranjero, Rosario y yo nos reunimos en varias ocasiones con él en México.
“El 8 de septiembre de 2003 viajamos en
el avión de mi propiedad, de México a Houston, donde pasamos migración. Ese
mismo día viajamos de Houston a Nueva York y ahí tomamos un vuelo comercial de
American Airlines a Londres (…) Carlos Salinas pasó por nosotros al hotel, nos
pidió que estuviéramos en el lobby, y ahí nos recibió con su esposa Ana Paula.
Nos saludamos, nos subimos a su coche, él mismo manejaba, y fuimos a cenar a un
restaurante muy bonito.
“Fue una cena muy amena donde se
tocaron muchísimos temas, entre ellos, inclusive, la modificación de un
artículo de la ley para que Rosario pudiera, ahora por la vía de la elección,
ser nuevamente jefa de Gobierno. En ese entonces, Rosario ya sabía que no podía
competir por la Presidencia de la República (páginas antes de esta cita, Ahumada
afirma que Rosario Robles estaba “¡¡¡ob-se-sio-na-da!!!” con ser Presidenta del
país), pero consideraba, y así también lo creía yo, que tenía muchas
posibilidades de presentarse a una elección por la jefatura de Gobierno del
Distrito Federal y ganarla, pero para eso necesitaba resolver ese escollo.
Salinas se comprometió con ella a hacer todo lo que estuviera a su alcance para
poder modificarlo, con los votos del PRI e inclusive algunos diputados del PRD.
“Se abordó el tema de la deuda. Salinas
dijo que apoyaría en todo lo que pudiera para conseguir los recursos para
pagarla; que hablaría con Roberto Andrade y Arturo Montiel, en ese entonces
gobernadores de Tabasco y el Estado de México respectivamente, y con Enrique
Peña Nieto, quien en aquel entonces era prácticamente un desconocido a nivel
nacional. También aseguró que vería el asunto con otros mandatarios estatales y
con la maestra Elba Esther Gordillo, la líder del sindicato magisterial.
(…)
“De los viajes a Londres y Cuba surgió
otra reunión, que resultó ser decisiva para lo que se dio en llamar los
videoescándalos. Para ese entonces, noviembre de 2003, Rosario ya no tenía
tanto temor de ver a Salinas en México, por lo que aceptó verlo en su casa de
Camino a Santa Teresa.
“Tomamos todas las precauciones del
caso para que nadie se percatara de que Rosario lo vería en su casa.
(…)
“Al rato de haber iniciado la reunión,
abordamos el tema por el cual íbamos: enseñarle uno de los videos de Bejarano y
el de Ímaz, el cual cabe señalar había sido elegido por él de entre los muchos
nombres que yo le había mencionado. Yo los llevaba en un disco compacto. Para
verlos, nos pidió que pasáramos nuevamente a la biblioteca. Rosario nos dijo
que fuéramos nosotros y que ella nos esperaba abajo, que no quería tener nada
que ver con ese tema. Su actitud era ridícula, ya que ella incluso había
participado en la edición y selección del material.
“Subimos. Salinas prendió su
computadora, puso el disco y comenzaron a aparecer las imágenes de Bejarano en
la pantalla. Debo confesar que durante el tiempo que lo traté, nunca lo vi tan
emocionado: le brillaban los ojos y sonreía. Dijo algo así como: “Es muy, muy
duro, devastador. Con esto están acabados”. Aunque hacía todo por disimular su
emoción, ésta lo sobrepasaba.
“Después puso el de Carlos Ímaz, al que
ya no le prestó tanta atención, aunque también le pareció muy bueno, y bajamos
a reunirnos con Rosario. Él había quedado totalmente complacido con la muestra
que le había dado, tan es así que la reunión se alargó hasta las 5 de la
mañana, acompañada de varias botellas del vino francés que nos ofreció.
(…)
“En la madrugada, antes de despedirnos,
surgió una de las escenas más impactantes que he visto en mi vida. Salinas le
mostró su biblioteca a Rosario. Había condecoraciones y fotografías, entre
otros recuerdos. Cuando llegamos a la vitrina donde conserva sus bandas
presidenciales, Rosario le comentó que debía de ser un gran honor y un orgullo
portar la banda presidencial. Salinas inmediatamente tomó una escalerita para
poder subir a abrir la vitrina y sacó una de las bandas presidenciales. Yo
creía que nos la quería mostrar, y en efecto así lo hizo, pero no fue sólo eso,
sino que la tomó y se la puso a Rosario cruzándole el pecho y le dijo: ‘Te luce
muy bien’”.
EL COMPLOT DEL “VIDEOESCÁNDALO”
“Como lo
mencioné, Carlos Salinas me dio dinero a cambio de los videos. Antes de
entregárselos, me hizo llegar aproximadamente 35 millones de pesos. Me los
entregaron Manuel Andrade, entonces gobernador de Tabasco, Arturo Montiel,
entonces gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, entonces diputado
del PRI en el Estado de México, Elba Esther Gordillo y Jorge Kahwagi, el
boxeador y en ese entonces diputado verde. Entre todos ellos me entregaron esa
cantidad de dinero. Diego Fernández de Cevallos me hizo un primer pago, a
cuenta, por la cantidad de 33 millones el día 19 de febrero de 2004. Fue
depositado de alguna de sus cuentas bancarias a Nueva Perspectiva Editores, la
empresa que editaba El Independiente.
“Repito que el dinero que recibí de
Salinas era, por decirlo así, para comprar la deuda que el PRD tenía conmigo;
pero en realidad fue más para pagar las deudas que todavía tenía el PRD que
para pagarme a mí. Como lo señalé anteriormente, en su gestión como presidenta
del PRD, Rosario había endeudado mucho al partido con tal de ganar las
elecciones de 2003 y levantar la votación”.
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