COLUMNA
CHICOTAZOS
EN LA TIERRA DE SOR IANA
FREDDY SECUNDINO S.
Hay fuertes
indicios de que a este escritorzuelo ya le dio el síndrome del Felipillo (o
séase, que le vale gorro lo que diga el 99 por ciento de sus lectores, al fin y
al cabo son los menos) pues, haiga sido como haiga sido el momento en que
decidió surrar esta columna con su muy berraco y purococostero estilo, hoy
continúa con su berrinchuda lista de las fantásticas obras literarias
merecedoras del Nobel (“sí, cómo no, ái pa’ Navidá”, dicen en mi pueblo) y que
cada día inundan los supermercados de Sor Iana (mejor conocida como “La reina de
las tarjetas”), más que la Luna de octubre que inundó Villahermosa hace unos
años, y ponen en la bemba colorá de todo el mundo a esta nuestra co-narca
tequilera.
Y es que cómo no vamos a ser famosos
mundialmente, si –así como disparamos balas- cada vez que abatimos (jeje, se
oye tan bonito ese verbo conjugado por nosotros) a un maloso delincuente ¡que envenena
a nuestros jóvenes y nos roba un espacio para el esparcimiento familiar!, hasta
los gringos nos copian nuestra técnica pa luego ir a matar a los terroristas
descendientes del Osama y ya quieren mandar más agentes de la CIA pa que los
baleen acá en la carretera a Cuernavaca, concretamente en Tres Marías.
Todo esto lo pongo así porque (¡ah,
cómo envidio los boletines que anuncian la muerte de un narquillo! y… pues yo quiero
escribir igual), aunque mis espías personales (o sea, las víboras prietas que
tengo diseminadas por toda nuestra co-narca tequilera) me mandan sus informes
con el estilo que les enseñó Foximiliano Hastelburro (el mismo que se hacía
llamar Vincent Van Vox, esposo de la linda y culta Mar Tita Saa Goon), yo estoy muy convencido, amigas y amigos (¡hic!),
de que así está bien dicho.
Pues resulta que esos indicios bien
juertes de los que hablo me indican que, dado que la información de
inteligencia que me pasaron mis alimañas privadas así lo precisa y confirma, el
cadáver del susodicho maloso abatido por mis fuerzas marineras, en la soledad
de la funeraria adonde lo fueron a tirar (pos ya pa qué les servía, ¿verdad?),
de pronto escuchó una voz (parecida a una de ultratumba) que le dijo: “Lazcagado,
levántate y anda, ve a ver si ya puso la marrana”.
Y… pues se levantó y andó, justo cuando
llegaron unos chavales con unos cuernos de chivo (bueno, hay tepocatas reporteras
Pulitzer que me dicen que eran de venado y otras quesque de unicornio azul como
el que se le perdió a Silvio Rodríguez) y que se echa a correr: el funerario
(¿así se le llama a quien atiende un negocio donde venden cajas pa acostar a
los muertos?) le había dicho que lo querían culpar de la muerte del hijo de un
ex góber de la co-narca lagunera (o séase, de la tierra de Sor Iana).
Una lengua viperina me secretea que
dentro de poco, el chaparrito pelón de lentes de Los Pinoles (¡hic!), arqueando
maríafelixcamente una ceja (mi espía se resiste a compararlo con Pedro
Armendáriz), anunciará que hay fuertes indicios de que el tal Lazcagado (no se
rían, que así es su apelativo) no estaba muerto, sino que andaba de parranda jonrronera,
viendo un partido de béisbol de las grandes ligas narcoahuilenses (que ya están
en los play offs).
Debo aclarar que a este cuate que se
levantó y andó (“¡anduvo, pendejo!”, me grita una lengua de doble filo, pero a
mí no me consta) le decían “El Z”, pero no por la letra que lleva su apelativo,
sino porque en la primaria era el último de la fila… Méndigos chamacos bullyingescos,
qué creativos, ¿no? Ya ven cómo son los mocosos de ahora con sus chips extras
que traen…
También me dicen las descendientes del
viril y prozaico (de Prozac) ranchero bigotudo con botas tribal y ciertamente
mandamás de la hermanastra república bicicletera de San Cristóbal, del hermoso
reino de Guanajuato con su Cristo de su montaña, que el tal Kike Yimi Neutrón
(o séase, Quique Lector) le exigió a su compinche Don Felipe que abatiera al
tal Lazcagado, pa no tener que hacerlo él y lo llamaran traidor de amigos,
¿verdá?
“¡Échele huevos!”, dicen que le dijo el
señoritingo Lector a su pelele espurio (bueno, también es otras cosas, pero por
ahora ái lo dejamos).
“Tienes razón”, respondióle el aludido,
“cómo se nota que lees mucho… ¡Hic!… Total, al fin que los doble yema ya
bajaron de precio y… ¡Hic!... las familias mexicanas están felices porque sus
cientotreintaidoceros ¡hic!-jos se darán el lujo de aventárselos a
respetabilísimas Pulitzer de la telera merecedoras de doctorados honoris causa
de universidades patito veracruzanas” (son patito porque, como en los terruños
del Flaco de Oro hay mar y lagos y
lagunas, pues hay muchos patos).
Y, ¡zas!, que el personaje de la
lotería frijolera que se recarga en la pared con una botella en la mano y… ¡hic!...
manda a los marineros a rociarle plomo a discreción a un beisbolero quesque era
el tal Lazcagado, pues le dijeron que había fuertes indicios de que era el
verdadero “El Z”.
Pero el beodo de Los Pinoles estaba más
seguro (“muy convencido”, díjoles a sus achichincles, con aires de… ¡hic!...
enteramente sobrio) que el morenazo Obama cuando sus “seals” abatieron al barbón
Osama en Paquistán.
Haiga sido como haiga sido, tan
convencido estaba el chaparrito pelón de lentes, que hasta le prestó su
avioncito tricolor a Quique Lector pa que el copetes volara a Europa. Bien que
me lo dijo una víbora prieta: “Patrón, estos fulanos salieron más abusados que
el merito homo habilis al alto vacío” (o séase, ciertamente Su Majestad Vincent
Van Vox).
Y yo, como tengo fuertes indicios de
que Kike Yimi Neutrón está al pendiente de esta columna porque devora libros
más que el fuego del ser rojo con cola terminada en flecha enemigo de San
Pedrito, y consciente y admirador de su inigualable interés porque esta co-narca
tequilera sea tan leida (sin acento en la i) como él, le ayudo con mi purococostera
lista:
Don
Felipe: Alquimia del fuego inútil.
Garcialuna
Productions: Cárceles imaginarias.
Mar
Tita Saa Goon y Angélica Laga Viota: Lectoras.
Javier
Lozano: El contrato social.
Quique
Lector: Ustedes qué leen.
Julia
E. De Can Delife: Julia o la nueva
Eloísa.
Don
Felipe y Vincent Van Vox: Crítica de
la razón pura.
Chayito
Robles: Otra imagen deleznable.
Chepina
Vázquez: Ha vuelto la diosa ambarina.
Don
Felipe: Blanco móvil.
Andrés
Peje Manuel: La desobediencia civil.
Felipillo
Cubas Delospinos: Guerra en el
paraíso.
Beto
Mo Reira: Desgracia.
Elba
Esther: La profesora de piano.
Vincent
Van Vox: El señor de San Francisco.
IFE
y TEPJF: La verdad de las mentiras.
G.
Narogar Cialona: Las siete vidas de
un gato.
Charlie
Salinas: Movimiento perpetuo.
Luis
Videgaray y Miguel Osorio Chong: Los
tejedores.
Elba
Esther, Chayito Robles y Ruth Zava Le Ta: El retorno de las brujas.
A este escritorzuelo de la quinta
avenida (así, con A antes de la V) ya no le da la gana continuar con esta lista,
pa no confundir a Quique Lector (¡obvio no!), quien se echa hasta tres libros
al día, pero ahora anda muy atareado buscando en los supermercados de Sor Iana
las obras Nobel que pondrá a nuestra disposición (sin necesidad de tarjetas
Mon-ex) en su mega biblioteca histórica.
Además, el que surra estas líneas está
muy triste porque hay fuertes indicios de que el celebérrimo Yor Di no será el
próximo preciso del Conaculta y teme que la cultura en nuestra co-narca
tequilera se venga abajo y seamos víctimas de ese fenómeno europeo mejor
conocido como “ninis” (chiquillas y chiquillos cientotreintaidoceros güevones
que no quieren estudiar ni trabajar, por la sencilla razón de que están
aferrados a que les paguen a siete pesotes la hora laborada, pero diputados y
senadores prianálogos ya se montaron en su macho y decidieron que eso es muy
poco y legalizarán un pago de siete euros por cada 60 minutotes trabajados).
Así que un día cualquiera, no sé
cuándo, ni sé con qué pretexto, continuaré con la lista de estas fantásticas, imprescindibles
y únicas obras literarias que un siglo de éstos ganarán el Nobel.
Mientras tanto, aténganse a las
consecuencias (de la histórica y “head hunter” inigualable Reforma Laboral, que
pone a México en guardia… Perdón, a la vanguardia…, ustedes dirán de qué).
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