miércoles, 10 de octubre de 2012

LAS ENSEÑANZAS DE DON LAZCAGADO


COLUMNA
CHICOTAZOS



EN LA TIERRA DE SOR IANA


FREDDY SECUNDINO S.

Hay fuertes indicios de que a este escritorzuelo ya le dio el síndrome del Felipillo (o séase, que le vale gorro lo que diga el 99 por ciento de sus lectores, al fin y al cabo son los menos) pues, haiga sido como haiga sido el momento en que decidió surrar esta columna con su muy berraco y purococostero estilo, hoy continúa con su berrinchuda lista de las fantásticas obras literarias merecedoras del Nobel (“sí, cómo no, ái pa’ Navidá”, dicen en mi pueblo) y que cada día inundan los supermercados de Sor Iana (mejor conocida como “La reina de las tarjetas”), más que la Luna de octubre que inundó Villahermosa hace unos años, y ponen en la bemba colorá de todo el mundo a esta nuestra co-narca tequilera.
         Y es que cómo no vamos a ser famosos mundialmente, si –así como disparamos balas- cada vez que abatimos (jeje, se oye tan bonito ese verbo conjugado por nosotros) a un maloso delincuente ¡que envenena a nuestros jóvenes y nos roba un espacio para el esparcimiento familiar!, hasta los gringos nos copian nuestra técnica pa luego ir a matar a los terroristas descendientes del Osama y ya quieren mandar más agentes de la CIA pa que los baleen acá en la carretera a Cuernavaca, concretamente en Tres Marías.
         Todo esto lo pongo así porque (¡ah, cómo envidio los boletines que anuncian la muerte de un narquillo! y… pues yo quiero escribir igual), aunque mis espías personales (o sea, las víboras prietas que tengo diseminadas por toda nuestra co-narca tequilera) me mandan sus informes con el estilo que les enseñó Foximiliano Hastelburro (el mismo que se hacía llamar Vincent Van Vox, esposo de la linda y culta Mar Tita Saa Goon), yo estoy muy convencido, amigas y amigos (¡hic!), de que así está bien dicho.
         Pues resulta que esos indicios bien juertes de los que hablo me indican que, dado que la información de inteligencia que me pasaron mis alimañas privadas así lo precisa y confirma, el cadáver del susodicho maloso abatido por mis fuerzas marineras, en la soledad de la funeraria adonde lo fueron a tirar (pos ya pa qué les servía, ¿verdad?), de pronto escuchó una voz (parecida a una de ultratumba) que le dijo: “Lazcagado, levántate y anda, ve a ver si ya puso la marrana”.
         Y… pues se levantó y andó, justo cuando llegaron unos chavales con unos cuernos de chivo (bueno, hay tepocatas reporteras Pulitzer que me dicen que eran de venado y otras quesque de unicornio azul como el que se le perdió a Silvio Rodríguez) y que se echa a correr: el funerario (¿así se le llama a quien atiende un negocio donde venden cajas pa acostar a los muertos?) le había dicho que lo querían culpar de la muerte del hijo de un ex góber de la co-narca lagunera (o séase, de la tierra de Sor Iana).
         Una lengua viperina me secretea que dentro de poco, el chaparrito pelón de lentes de Los Pinoles (¡hic!), arqueando maríafelixcamente una ceja (mi espía se resiste a compararlo con Pedro Armendáriz), anunciará que hay fuertes indicios de que el tal Lazcagado (no se rían, que así es su apelativo) no estaba muerto, sino que andaba de parranda jonrronera, viendo un partido de béisbol de las grandes ligas narcoahuilenses (que ya están en los play offs).
         Debo aclarar que a este cuate que se levantó y andó (“¡anduvo, pendejo!”, me grita una lengua de doble filo, pero a mí no me consta) le decían “El Z”, pero no por la letra que lleva su apelativo, sino porque en la primaria era el último de la fila… Méndigos chamacos bullyingescos, qué creativos, ¿no? Ya ven cómo son los mocosos de ahora con sus chips extras que traen…
         También me dicen las descendientes del viril y prozaico (de Prozac) ranchero bigotudo con botas tribal y ciertamente mandamás de la hermanastra república bicicletera de San Cristóbal, del hermoso reino de Guanajuato con su Cristo de su montaña, que el tal Kike Yimi Neutrón (o séase, Quique Lector) le exigió a su compinche Don Felipe que abatiera al tal Lazcagado, pa no tener que hacerlo él y lo llamaran traidor de amigos, ¿verdá?
         “¡Échele huevos!”, dicen que le dijo el señoritingo Lector a su pelele espurio (bueno, también es otras cosas, pero por ahora ái lo dejamos).
         “Tienes razón”, respondióle el aludido, “cómo se nota que lees mucho… ¡Hic!… Total, al fin que los doble yema ya bajaron de precio y… ¡Hic!... las familias mexicanas están felices porque sus cientotreintaidoceros ¡hic!-jos se darán el lujo de aventárselos a respetabilísimas Pulitzer de la telera merecedoras de doctorados honoris causa de universidades patito veracruzanas” (son patito porque, como en los terruños del Flaco de Oro hay mar y lagos y lagunas, pues hay muchos patos).
         Y, ¡zas!, que el personaje de la lotería frijolera que se recarga en la pared con una botella en la mano y… ¡hic!... manda a los marineros a rociarle plomo a discreción a un beisbolero quesque era el tal Lazcagado, pues le dijeron que había fuertes indicios de que era el verdadero “El Z”.
         Pero el beodo de Los Pinoles estaba más seguro (“muy convencido”, díjoles a sus achichincles, con aires de… ¡hic!... enteramente sobrio) que el morenazo Obama cuando sus “seals” abatieron al barbón Osama en Paquistán.
         Haiga sido como haiga sido, tan convencido estaba el chaparrito pelón de lentes, que hasta le prestó su avioncito tricolor a Quique Lector pa que el copetes volara a Europa. Bien que me lo dijo una víbora prieta: “Patrón, estos fulanos salieron más abusados que el merito homo habilis al alto vacío” (o séase, ciertamente Su Majestad Vincent Van Vox).
         Y yo, como tengo fuertes indicios de que Kike Yimi Neutrón está al pendiente de esta columna porque devora libros más que el fuego del ser rojo con cola terminada en flecha enemigo de San Pedrito, y consciente y admirador de su inigualable interés porque esta co-narca tequilera sea tan leida (sin acento en la i) como él, le ayudo con mi purococostera lista:
         Don Felipe: Alquimia del fuego inútil.
         Garcialuna Productions: Cárceles imaginarias.
         Mar Tita Saa Goon y Angélica Laga Viota: Lectoras.
         Javier Lozano: El contrato social.
         Quique Lector: Ustedes qué leen.
         Julia E. De Can Delife: Julia o la nueva Eloísa.
         Don Felipe y Vincent Van Vox: Crítica de la razón pura.
         Chayito Robles: Otra imagen deleznable.
         Chepina Vázquez: Ha vuelto la diosa ambarina.
         Don Felipe: Blanco móvil.
         Andrés Peje Manuel: La desobediencia civil.
         Felipillo Cubas Delospinos: Guerra en el paraíso.
         Beto Mo Reira: Desgracia.
         Elba Esther: La profesora de piano.
         Vincent Van Vox: El señor de San Francisco.
         IFE y TEPJF: La verdad de las mentiras.
         G. Narogar Cialona: Las siete vidas de un gato.
         Charlie Salinas: Movimiento perpetuo.
         Luis Videgaray y Miguel Osorio Chong: Los tejedores.
         Elba Esther, Chayito Robles y Ruth Zava Le Ta: El retorno de las brujas.
         A este escritorzuelo de la quinta avenida (así, con A antes de la V) ya no le da la gana continuar con esta lista, pa no confundir a Quique Lector (¡obvio no!), quien se echa hasta tres libros al día, pero ahora anda muy atareado buscando en los supermercados de Sor Iana las obras Nobel que pondrá a nuestra disposición (sin necesidad de tarjetas Mon-ex) en su mega biblioteca histórica.
         Además, el que surra estas líneas está muy triste porque hay fuertes indicios de que el celebérrimo Yor Di no será el próximo preciso del Conaculta y teme que la cultura en nuestra co-narca tequilera se venga abajo y seamos víctimas de ese fenómeno europeo mejor conocido como “ninis” (chiquillas y chiquillos cientotreintaidoceros güevones que no quieren estudiar ni trabajar, por la sencilla razón de que están aferrados a que les paguen a siete pesotes la hora laborada, pero diputados y senadores prianálogos ya se montaron en su macho y decidieron que eso es muy poco y legalizarán un pago de siete euros por cada 60 minutotes trabajados).
         Así que un día cualquiera, no sé cuándo, ni sé con qué pretexto, continuaré con la lista de estas fantásticas, imprescindibles y únicas obras literarias que un siglo de éstos ganarán el Nobel.
         Mientras tanto, aténganse a las consecuencias (de la histórica y “head hunter” inigualable Reforma Laboral, que pone a México en guardia… Perdón, a la vanguardia…, ustedes dirán de qué).




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