miércoles, 27 de junio de 2012

¡¡A LA CHINGADA!!


COLUMNA
CHICOTAZOS



¿UN CANDIDATO O TODOS LOS MEXICANOS?


FREDDY SECUNDINO S.

Hace unas semanas, cuando el PRI y sus medios de información afines aceleraron su intolerante pretensión de obligarnos a entender que su candidato (Enrique Peña Nieto) era invencible porque así lo decían sus encuestas, hicieron que Andrés Manuel López Obrador se burlara de ellos declarando (en respuesta a pregunta expresa) que si pierde las elecciones se irá “a La Chingada”.
         Con ese muy suyo y (para sus enemigos) odioso humor negro que se le da cuando de hacer quedar mal a sus críticos se trata, socarronamente aclaró que se refería a una finca que tiene (heredada, dijo) en Tabasco.
         De inmediato, ofendido en su tricolor y genético orgullo, unos se pusieron a gritar (cual chachalaca guanajuatense con botas) a los cuatro vientos que había que investigar el origen de la propiedad (casi casi pedían que Barack Obama enviara sus porta-aviones a las costas olmecas a vigilar cualquier intento de fuga con todo y finca al hombro).
         Otros, quizá con menos neuronas vivas, dijeron que la expresión del odiado tabasqueño era otra muestra del autoritarismo, intolerancia y hasta el ultra-archi-recontra-súper-inigualable y asqueroso (¡¡fúchila, fúchila, guácatela de perro!!) “hugochavismo” de AMLO.
         A todos se les cayó encima su propio teatro y no les quedó otra más que buscar nuevas formas (o palabras) de sacar su odio desmedido y personal contra el amoroso tabasqueño, quien se dio el lujo de reírse de ellos repitiendo en sus mítines que sí, que sí se iría a “La Chingada” (así, con mayúsculas iniciales), en caso de que el voto no lo favoreciera.
         La ocurrencia fue jalando simpatías en los mítines y en las redes sociales (no en las encuestas de sus enemigos, por supuesto), hasta destaparse en el histórico coro “¡¡Pre-si-dente… Pre-si-dente!!”, con el que fue recibido y despedido de la Universidad Iberoamericana y el Tecnológico de Monterrey, preludio monstruoso para el históricamente vergonzoso “pastelazo facial” a Enrique Peña Nieto, por parte de los estudiantes que días después engendrarían el aún más histórico #YoSoy132 y su comunismo cibernético.
         Más allá de su “República amorosa” y lo que ello (dice) significaría como gobierno, AMLO se dio gusto en burlarse de sus enemigos haciéndose ver como el intolerante, terco, mesiánico, hugochavista y demás linduras que le cuelgan cual general heroico en mil batallas o, para complacer a sus rabiosos contrarios, como limones a perro apestoso y pulguiento.
         Estos “críticos” políticos no han logrado hallar más epítetos descalificadores contra AMLO y, cual dioses con la verdad absoluta y única, afirman tajantemente que el tabasqueño arruinará al país, si llegara a la Presidencia, como si México necesitara de él y sólo de él para estar peor de lo que está.
         Más aún, para ellos Peña Nieto bien puede ser un ignorante o más inculto que Vicente Fox (que ya es demasiado decir), pero no podría ser más mal Presidente que AMLO, así tenga al viejo PRI detrás de él.
         En fin, sin argumentos y sí con los mismos adjetivos o frases fáciles y creadas y promovidas por los sesudos “analistas” y lectores de noticias en la televisión (y algunos de radio y prensa escrita), sus copiadores en las redes sociales ven en AMLO al monstruo que para ellos es el venezolano Hugo Chávez y (si no todos, la mayoría sí) ponen su grito en el cielo afirmando que el tabasqueño le quitará todo a todos.
         O sea, algo así como un comunismo atroz y despiadado que no sólo no respetará ninguna ley, sino que impondrá la suya, “como lo hizo en el DF” (dicen algunos), pero no dan ningún ejemplo de tan severo y abominable stalinismo olmeca.
         Dan por hecho que incluirá a lo más nefasto del PRD (Bejarano, en primer lugar), a pesar de que AMLO prácticamente se ha desmarcado de la mafia (por citar su palabra favorita) que en los últimos años ha secuestrado al PRD, y que desde hace varias semanas dio a conocer su eventual gabinete.
         Es cierto (y esto nadie lo puede contradecir con argumentos sólidos, informados y sensatos) que AMLO, como todo ser humano, no es monedita de oro, ni una perita en dulce, ni nada por el estilo. Pero de los cuatro personajes que aspiran a la Presidencia no es el único egoísta, intolerante, mesiánico, terco, autoritario y demás linduras que (según sus enemigos) sólo él tiene.
         Afirmar eso es no sólo una incongruente simpleza, sino una estupidez. Tanto o más que decir que Peña Nieto llamaría a su gabinete a sólo lo más retrógrada del PRI, o que AMLO es quien orquestó y manipula al #YoSoy132. ¿Entonces porqué, en este último caso, muchos de sus enemigos simpatizan y apoyan a los chavos del movimiento estudiantil?
         En el 2000, Fox era, ¡a leguas! (al menos para mí), el peor candidato y la mayoría se fue con la finta, aunque muy pronto se arrepintieron. Y en el 2006 se volvieron a ir con la finta y votaron por el terco, egoísta, demagogo, retórico, autoritario e intolerante cuyo fanatismo militar ha ocasionado el “guinnessco” derramamiento de sangre en el país, debido a su arrebatada guerra anti-narco.
         Además, claro, de mentirle (el tal susodicho de las manos supuestamente limpias) vilmente a sus ingenuos y/o desesperados electores con su promesa de “Presidente del empleo”, dejando a México en la peor tasa de desempleo de los últimos tiempos… Y aún así, hay quienes apuestan que hubiese sido peor con AMLO.
         ¿Qué decir ante tanta terquedad y cerrazón?
         Hace unos meses, AMLO estaba en todo su derecho ciudadano de aspirar a la candidatura del PRD y aceptó contender con Marcelo Ebrard para obtenerla. Militantes y simpatizantes lo eligieron a él, en un proceso parejo para ambos y abierto ante la opinión pública, pero sus enemigos dicen que AMLO se impuso porque es un autoritario, totalitarista, hambriento de poder, mesiánico, hugochavista, terco, personalista y vayan ellos a saber qué más fechorías más cochinas que una guacareada de la peor cruda con cerveza y pulque combinados.
         Le endilgan todos los males habidos y por haber en el DF, sin tomar en cuenta que gracias a su actuar como jefe de Gobierno, Ebrard y el PRD arrasaron en 2006. ¿O cómo se explica que ese partido tenga tanta aceptación en la capital del país? ¿Acaso parte del “mesianismo” y demás “ismos” de AMLO fue darnos toloache o algo parecido a la mayoría de los electores del DF y no nos dimos cuenta?
         Los epítetos y supuestos argumentos descalificadores contra AMLO no sólo son los mismos que los panistas emplearon en el 2006, sino los que ahora tanto la televisión privada, como los otros medios periodísticos afines al PRI sostienen como única arma política para restarle votos.
         Esa campaña será la que mande a AMLO a “La Chingada”, o la misma que provoque que el 1 de julio la mayoría de los votantes envíe a sus enemigos a la chingada (así, con minúsculas, adonde los mexicanos, muy a lo nuestro, mandamos algo o a alguien que no queremos junto a nosotros).
         Lo digo (te lo firmo y te lo cumplo, tú me conoces), claro (no vaya a ser que yo también me lo gane sin méritos suficientes para competir en su terreno, según yo), con el debido respeto para los más sensibles y menos tolerantes.
         Nos guste o no, si AMLO pierde, sólo él y su familia se irán a “La Chingada”… Y sus electores a la otra, sin mayúsculas (no creo que alguno(a) tenga una propiedad que se llame igual… ¿O sí?
         Y si Peña Nieto resultase oficialmente el ganador, y eventualmente saliese igual o peor que el peor Presidente priista, entonces la mayoría de los mexicanos sentiríamos (inclusive, muchos de sus votantes) no que vamos hacia, sino que nos llevan del cuello… y no precisamente a la finca de AMLO.
         Los pésimos gobiernos federales que últimamente hemos sufrido (priistas y panistas) nos obligan a todos a exigir candidatos y propuestas de gobierno ejemplares e incuestionables. Esto, como único recurso de reclamo, es producto no sólo del hartazgo de las mismas políticas, sino (y esto es lo más lamentable) del analfabetismo político que agobia al país.
         Decirlo así, ofende, y quienes nos atrevemos a decirlo y firmarlo nos exponemos a toda clase de adjetivos y ofensas. Pero no es más que la verdad: un pueblo sin educación y sin cultura no puede tener un gobernante ejemplar porque la política es espejo de su propio pueblo. Si somos estrictos y sensatos, basta ver la clase de gobernantes que hemos tenido.
         Nadie en su sano juicio puede decir con certeza incuestionable que quienes esta vez apuestan por la Presidencia no tienen propuestas aceptables. Todos las tienen (bueno, hasta Quadri por sí mismo). Quizá ninguno convence con ellas en su conjunto y todos tendrían algunas realmente plausibles y hasta sorprendentes, pero nadie podría darle gusto a todos, ni siquiera con sus ocurrencias (de ser esto, Quadri y Josefina serían los punteros en cualquier encuesta, comprada o independiente… Un mes sin “cuchi cuchi” a quien me contradiga).
         Quien alegue que ninguno de los cuatro es convincente sólo porque ninguna de sus propuestas es “realista” o (peor aún) “es válida” o “interesante”, una de dos: o es un(a) analfabeto político o desconoce la política en México (que, para fines prácticos, es lo mismo).
         No voy a extenderme más aquí seleccionando las propuestas de uno u otro aspirante a la Presidencia porque a estas alturas me parece un abuso del espacio y del tiempo de quien esto lee. Cada quien, si aún tiene dudas y quiere aclararlas, que las consulte en la página web de cada candidato y decida en consecuencia y sólo y estrictamente por su propia conciencia.
         Si apoyan y/o simpatizan con el #YoSoy 132 y la principal demanda del movimiento es emitir un voto informado, entonces que se informen no sólo por la televisión (es curioso decir esto porque muchos de quienes les exigen a los candidatos “buenas” propuestas, sólo se informan en los noticiarios de la TV, tan denostados por ellos mismos en las manifestaciones de los estudiantes).
         Como alguna vez diría el escritor Bertolt Bercht:
         “El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio del poroto, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado, y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales”.
         ¡¡Uf!!... ¡Qué verdad más dura y cercana a México!... ¿O no?
         En lo personal, si bien doy por hecho que Peña Nieto es un inculto e ignorante (más allá de no recordar ni siquiera el título de los tres libros que lo hayan marcado, el grueso de los mexicanos no lee esa cantidad ¡en su vida!, entre ellos muchos de quienes lo critican por esa burrada), soy de la idea de que un político no puede ser un excelente gobernante sólo porque es muy culto y sabe improvisar y articular muy bien un discurso. Eso no es un cheque en blanco para tener y ejercer las mayores y mejores ideas de gobierno, ni para escoger al mejor equipo de trabajo.
         Sí creo que se ha hecho de tantos compromisos con los poderes fácticos (lo que AMLO llama “la mafia”), que no podría desafanarse y, por el contrario, tendría que cumplirles lo prometido (firmado o no ante Notario Público), lo cual, de entrada, traería más beneficios a esos grupos de poder que a la mayoría de los mexicanos y, sobre todo, a quienes más lo necesitan. O sea, de acuerdo con cifras del INEGI, alrededor de la mitad de la población.
         Peña Nieto podrá haber enviado a la policía a reprimir en Atenco en el 2006, pero no creo que él por sí mismo (al menos, le concedo el beneficio de la duda), hiciera lo mismo con quienes eventualmente pretendan hacerle la vida imposible a su gobierno. Su lógica y la de su partido es recuperar el poder y mantenerlo cuantos sexenios sea posible (yo supongo que, al menos, dos, dada la situación actual). Y con el autoritarismo con el que se identifica al viejo PRI no podría continuar gobernando más allá del 2018.
         Tampoco creo que incluiría en su gabinete a los vomitivos políticos que han gobernado algunos estados del país (Mario Marín, Ulises Ruiz, Fidel Herrera, Tomás Yarrington, Humberto Moreira, Arturo Montiel, Rubén Figueroa, Eduardo Bours, etc. etc.).
         De lo que no podría deslindarse ni quitarse de encima, son los grupos de poder al interior de su partido que han sostenido a esa clase de políticos y de un modo u otro le harían armar un equipo con entes similares. Y si lo vemos así, lo de menos son los nombres de quienes estén en la lista de su gabinete. Aparte, y quizá esto sería lo más peligroso y dañino, de los grupúsculos de golpeadores organizados y patrocinados por políticos menores del priismo, ése sí, más retrógrada y autoritario que ni siquiera conocemos (como los que han amenazado y golpeado a integrantes del #YoSoy132).
         Si Peña Nieto es “impuesto” en la Presidencia (con el “compló” de Calderón, panistas, priistas y poderes fácticos, y con la complacencia o temor del IFE y el Tribunal Electoral), un temor que agobia a millones de mexicanos que no lo quieren como jefe del Ejecutivo federal para el próximo sexenio, de nada serviría acudir a las urnas en próximas elecciones y, más lamentable aún, querría decir que la amlista “mafia” es real y está dispuesta a someternos a como dé lugar y con quien se le antoje como títere.
         Yo querría apostar a que, como lo han sostenido ex consejeros electorales que supuestamente conocen muy bien del tema y meten las manos al fuego por sus declaraciones, ese miedo a una imposición inescrupulosa es sólo producto del imaginario colectivo y rescoldo del juego electoral sucio al que nos quiere acostumbrar la clase política que se pelea, cual hienas hambrientas, el poder en el país.
         Me hago a la idea de que, no obstante los sinsabores (léase problemas) que seguramente habrá durante la jornada electoral (impedimento de instalación de casillas, acarreo de votantes, coacción o compra del voto, robo de urnas, amenazas a electores, pleitos y hasta víctimas mortales), al final de cuentas los votos que se cuenten serán bien contados y cada uno corresponderá a un elector con identidad, vivo y consciente de haber acudido a votar por su favorito(a).
         También espero que no sólo haya menos abstencionistas, sino que quienes han decidido o decidan de última hora anular su voto, sean los menos y que no inclinen la balanza hacia el candidato que menos merece sentarse en la silla del águila a partir del 1 de diciembre próximo, independientemente de cuán loables o inservibles sean las propuestas que presentó durante la campaña.
         Si las cosas no fluyen con normalidad y apegadas a la ley, entonces no necesitaremos una finca con el nombre de la de AMLO para irnos adonde sus enemigos quieren enviarlo en realidad, y todo México irá a dar a ese imaginario sitio, hayan votado o no por el terco tabasqueño o por el ignorante mexiquense.
         Yo no quiero ir a ninguno de esos dos lugares. Quiero dormir tranquilo (o al menos como hasta ahora) en mi casa la noche del 1 de julio y todas las posteriores, gane quien gane la Presidencia. Y es lo que deseo para el país. Que así sea, por el bien de todos. Y a festejar o lamentarse, según sea el veredicto final de la elección (se dé por seguro o no la noche del 1 de julio, el miércoles 4, o días o meses después).






2 comentarios:

  1. no te preocupes chico, el 2 julio continuaras escuchando metralletas y leyendo sobre descabezados y secuestrados, para que vivas tranquilo escribiendo en tu blog.

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  2. eso de dormir tranquilo en estos tiempos es únicamente a base de la pastilla "valemadrina"... sin ella los vecinos narcos con su musicón no dejan...

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