COLUMNA
CHICOTAZOS
CALDERÓN VOTARÁ POR PEÑA
FREDDY SECUNDINO S.
El día que Felipe
Calderón tomó posesión como Presidente de la República (entrando y saliendo por
la puerta de atrás del Congreso de la Unión), escribí en el periódico La Razón (el cual tuve el honor de
co-dirigir en sus primeros cuatro años) que él y su gobierno no dejarían llegar
a la Presidencia a Andrés Manuel López Obrador, en caso de que el tabasqueño
buscara la candidatura de su partido en 2012.
Semanas y meses después, en ese mismo
diario, advertí de que el verdadero peligro para México serían Calderón y sus
aliados (su partido, el PAN, empresarios afines, Iglesia Católica y medios de
información paleros).
También señalé que Calderón –contrario
a lo que pregonó en una frase a vuela pluma-, rebasaría a AMLO y al PRD por el
acotamiento (o sea, por la derecha y fuera de la ley) y no como dijo, por la
izquierda.
Y, para no aburrir aquí con más ejemplos
de mis múltiples predicciones periodísticas sobre su (des)gobierno, en uno de
mis artículos (23 de abril de 2008) critiqué lo dicho por Calderón durante una
reunión con el entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y el
primer ministro de Canadá, Stephen Harper, respecto a una reciente “toma” de
tribuna en la Cámara de Diputados por parte del PRD. Dijo, entre otras
sandeces, que un grupo “menor” de legisladores había hecho el ridículo.
Escribí entonces:
“Calderón se deja ver como el
representante no de todos los mexicanos, sino de un grupúsculo de ultras que a
como dé lugar pretenden perpetuarse en el poder no con el ‘imperio de la ley’,
sino con la ley del imperio; no con el estado de Derecho, sino con su derecho
al Estado; no con la razón de la política, sino con la política de su razón.
“¿Qué es más ridículo? ¿La ignorancia
ajena o la incapacidad propia para educar a los demás? ¿Afirmar que hay “absoluta”
tranquilidad o intranquilizar con la inconformidad social? ¿Privilegiar a unos
cuantos o que “unos cuantos” protesten contra esos privilegios? ¿Gastar
millones de pesos vistiendo “decentemente” a personas pobres para “vender” con
ellos programas de gobierno o exigir que los programas de gobierno cumplan con
millones de pobres que tienen derecho a vivir con decencia? ¿Satanizar una
supuesta “cerrazón al diálogo” o tratar de cerrar el diálogo con supuestos?
¿Hablar de “totalitarismo desfasado” contra la democracia o exigir democracia
contra una nueva fase del totalitarismo? ¿Valerse de la guerra sucia para “mantener” la paz o reclamar paz protestando
contra la guerra sucia?
“Desde el Gobierno federal se cree y se
pretende imponer como razón social (cual vil copia de las mentiras de Bush para
invadir Afganistán e Irak) que toda movilización multitudinaria (AMLO es, como
Bin Laden y Hussein, sólo el pretexto) es un veneno contra la supuesta
democracia nacional, y nunca se aceptará (otra vez el menosprecio a la
inteligencia colectiva) que es un signo de vida de la misma, un símbolo de
libertad.
“Un país en el que nadie protesta
contra nada está gobernado por un represor. Ése es el México utópico del PAN.
“Se pide dialogar exigiéndole al
interlocutor que primero escuche y luego se le deja hablando solo. AMLO y sus
seguidores podrán ser retóricos, vociferantes, exagerados, con verdades a
medias y se victimizan antes de ser golpeados…, ¿pero qué diferencia hay con la
élite en el poder y sus paleros, demagogos, impostores, hipócritas, incultos,
soberbios, mentirosos y encubridores de corruptos?”.
Eso lo dije en abril de 2008. Y ahora
lo retomo por la intromisión de Calderón en las campañas electorales, desde la
noche del segundo debate entre los candidatos presidenciales, y mi presunción
de que con ello no sólo viola la ley electoral sin importarle un cacahuate (tal
como lo hizo el rey del Prozac, Vicente Fox, en su momento), sino tomando partido
aun sin mencionar con su nombre a su favorito. Cualquier mexicano con un mínimo
de información sobre lo sucedido hasta ahora en la lucha por la Presidencia de
la República estará de acuerdo conmigo en lo siguiente.
En el segundo debate, AMLO insistió en
lo que dijo en el primero, acerca de su propuesta de ahorro y austeridad, con
el propósito de sanear las finanzas públicas, combatir la imperante corrupción
y tratar de sacar a millones de mexicanos de la lacerante pobreza en que los
han dejado, sobre todo (por sus promesas incumplidas) los dos gobiernos
panistas.
AMLO subrayó que con su política de
austeridad se ahorrarían 300 mil millones de pesos. Y se le fueron encima,
sobre todo, Josefina Vázquez Mota y el títere engañabobos de Gabriel Quadri.
Aquélla, sintiéndose y dejándose ver como la “Madre de la Patria”, lo hizo más
por desesperación y creyendo que al contradecir y golpear a lo tonto a diestra
y siniestra ganaría la Presidencia. Y el otro (el títere), bueno, sólo por dar
lástima sin darse cuenta.
Al terminar el debate, Calderón escribió
en su cuenta de Twitter: “Si el gobierno despidiera a todos los altos
funcionarios, de director a Presidente, ahorraría 2000 mdp, no 300 000 mdp.
Sueldo: 1 000 m”.
Palabras más, palabras menos, el 31 de
mayo de 2006, el entonces candidato presidencial Felipe Calderón descalificó lo
que el tabasqueño prometía al respecto: lo mismo que en el primero y segundo
debates de ahora. Cual jauría de hienas, panistas y priistas se le fueron encima y lo
menos que le dijeron fue “populista”.
Curiosamente, en su discurso en el
Auditorio Nacional, luego de tomar posesión, Calderón anunció un decreto para
bajarse el salario (y con el que ordenaba que los funcionarios de alto nivel
hicieran lo propio), pero sólo 10 por ciento, algo de lo que jamás volvió a
decir nada porque, sencillamente, no ayudó en nada en su pretendida
contrapolítica de austeridad.
Ahora, por órdenes suyas, del
secretario de Hacienda para abajo, no falta el panista (funcionario o no) que
descalifica y se esfuerza por hacerle al matemático Nobel para convencer al
electorado de que AMLO es, al menos, un mentiroso (al día siguiente, lunes 11
de junio, Calderón volvió a las andadas al decir que no se puede gobernar sólo
con buena fe y uno, que es muy mal pensado, ¿verdad?, concluye que por eso nos
está dejando el país que nos deja).
¿Por qué irse ahora contra AMLO, por
algo que dijo desde el primer debate? ¿Por qué atacarlo sólo a él?
La respuesta se puede decir muy rápido:
al quedarle claro que la insulsa de la candidata de su partido (quien, por
añadidura, nunca fue “su” candidata) no levantará ni con la ayuda del espíritu
santo, Calderón hará todo lo que se le ocurra –su (des)gobierno no ha sido más
que de ocurrencias- para tratar de impedir que AMLO gane el 1 de julio. No hay
nada que le quite más el sueño que eso.
Calderón sabe muy bien, o al menos lo
supone porque está lleno de miedos, que si el tabasqueño llega a la
Presidencia, la presión social lo obligará a tomar medidas que eventualmente
alcanzarían al guerroso panista.
Y aunque hace algunos meses no se cansó
de decir públicamente, en México y en el extranjero, que si el PRI regresa a
Los Pinos el país se convertiría en un “narco Estado”, ahora, con tal de no ser
sentado en el banquillo, prefiere que Peña lo sustituya, en lugar de AMLO, sin
importarle tragarse sus huecas palabras y México sea, a partir del 1 de
diciembre próximo, en ejemplo de “narco Estado”. Supone que Peña lo dejaría en
paz y seguramente tiene razón.
Por eso retomó abierta y descaradamente
(insisto, violando la ley electoral por inmiscuirse en las campañas) la guerra
sucia contra AMLO. ¿Pero por qué ahora y no luego del primer debate? Pues
porque ya vio que la gente no le cree a las encuestas de los medios de
información denostados públicamente a raíz del estallido del movimiento estudiantil
agrupado en el #YoSoy132.
A Calderón y a Vázquez Mota no les
interesan los 52 millones de pobres que el primero nos está dejando como
herencia (es una gran mentira lo que Josefina dijo en el segundo debate: que ella,
cuando fue secretaria de Desarrollo Socal, disminuyó, cual maga Chen Kai
remasterizada, en nueve millones el número de pobres, ignorando las cifras del
INEGI y el Coneval).
De entre los 52 millones de mexicanos en
condiciones de pobreza, hay que sacar la triste e indignante cifra de más de tres
millones de niños que –de acuerdo con un estudio reciente de la Facultad de
Economía de la UNAM– en los dos últimos sexenios (los del PAN) se han visto obligados
a trabajar, lo que equivale a que subió, en ese tiempo, en 12 por ciento el número
de menores en ese nivel de vida.
Hay que agregar los poco menos de ocho
millones de “ninis” (jóvenes que no estudian ni trabajan) que en los dos
últimos sexenios se agregaron a la desgracia del país (sobre todo en el del
presidente “del empleo”, Calderón) y muchos de ellos han sido y serán presa fácil
de la delincuencia organizada.
Lo menos que debieran hacer Calderón y
Vázquez Mota es pedir perdón a los mexicanos, en lugar de descalificar a lo
tonto. Ambos viven en un mundo que pocos les creen y suponen (ofendiendo con
descaro la inteligencia colectiva) que el pueblo entero les da la razón. A sus
dichos, todos los medios de información a su favor (con sus “analistas”
incluídos, por supuesto) les están dando eco como si fuera la verdad absoluta.
Y sólo contra AMLO.
¿Por qué perder el tiempo así, si sus
encuestólogos sostienen que el perredista está en tercer lugar o, a lo mucho,
en segundo pero muy lejos de Peña?
De ser así, pues entonces son poco
menos que estúpidos al criticar al tabasqueño. ¿Para qué ponerle atención a un
perdedor? ¿Puede haber algo más burdo e irrisorio que atender a alguien que no
merece la pena? Tal parece que el causalástima de Quadri ya los contagió.
Así las cosas, se puede dar por hecho
que Calderón no votará por Vázquez Mota, sino por Peña Nieto. Si su voto fuera
por ella, en su cuenta de Twitter y en sus verborreas posteriores diría algo
que (aun sin mencionarla por su nombre) apoyara a su correligionaria, quien
ahora navega por el país como sintiéndose la mujer que porta la bandera en los
antiguos libros de texto gratuitos. O sea, como la Madre de la Patria de los nuevos
tiempos mexicanos.
Calderón debe, al menos, intuir que
Josefina no ganará las elecciones, pero implora a todos sus dioses (seguramente
le reza a varios, con tal de que lo ayuden) que tampoco AMLO se imponga el 1 de
julio. Y con dichos y acciones hará todo lo que esté a su alcance para impedir
que su principal enemigo (para él, AMLO no es un adversario político, sino un enemigo
personal) se ponga la banda presidencial el 1 de diciembre. A él le gusta Peña
Nieto, aunque el mexiquense encabece lo que en un tiempo predijo como un “narco
Estado”.
EXELENTE EXELENTE EXELENTE.. LO FELICITO SR!ESto es lo que se puede decir curso rapido de la real actualidad! Gracias!
ResponderEliminarMuy bueno, excelente diría. Yo iba ir con Quadri pero al ver lo gris que es, desistí y ahora tengo una duda moral, y gracias a esto me puedo dar una visión mas grande de lo que pasa en el ambiente electorero nacional.
ResponderEliminareXCELENTE!!ME IMAGINO Q YA NO ESTA EN LA RAZON(EL PERIODICO)POR SER UN PERIODICO DEL SISTEMA!! CON P.HIRIART!!Q BUENO QUE YA NO ESTA CON ESTOS VENDIDOS!!LE DESEAMOS LO MEJOR Y LO ESTAREMOS SIGUIENDO!!
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