martes, 12 de junio de 2012

CALDERÓN VOTARÁ POR PEÑA


COLUMNA
CHICOTAZOS



CALDERÓN VOTARÁ POR PEÑA


FREDDY SECUNDINO S.

El día que Felipe Calderón tomó posesión como Presidente de la República (entrando y saliendo por la puerta de atrás del Congreso de la Unión), escribí en el periódico La Razón (el cual tuve el honor de co-dirigir en sus primeros cuatro años) que él y su gobierno no dejarían llegar a la Presidencia a Andrés Manuel López Obrador, en caso de que el tabasqueño buscara la candidatura de su partido en 2012.
         Semanas y meses después, en ese mismo diario, advertí de que el verdadero peligro para México serían Calderón y sus aliados (su partido, el PAN, empresarios afines, Iglesia Católica y medios de información paleros).
         También señalé que Calderón –contrario a lo que pregonó en una frase a vuela pluma-, rebasaría a AMLO y al PRD por el acotamiento (o sea, por la derecha y fuera de la ley) y no como dijo, por la izquierda.
         Y, para no aburrir aquí con más ejemplos de mis múltiples predicciones periodísticas sobre su (des)gobierno, en uno de mis artículos (23 de abril de 2008) critiqué lo dicho por Calderón durante una reunión con el entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y el primer ministro de Canadá, Stephen Harper, respecto a una reciente “toma” de tribuna en la Cámara de Diputados por parte del PRD. Dijo, entre otras sandeces, que un grupo “menor” de legisladores había hecho el ridículo.
         Escribí entonces:
         “Calderón se deja ver como el representante no de todos los mexicanos, sino de un grupúsculo de ultras que a como dé lugar pretenden perpetuarse en el poder no con el ‘imperio de la ley’, sino con la ley del imperio; no con el estado de Derecho, sino con su derecho al Estado; no con la razón de la política, sino con la política de su razón.
         “¿Qué es más ridículo? ¿La ignorancia ajena o la incapacidad propia para educar a los demás? ¿Afirmar que hay “absoluta” tranquilidad o intranquilizar con la inconformidad social? ¿Privilegiar a unos cuantos o que “unos cuantos” protesten contra esos privilegios? ¿Gastar millones de pesos vistiendo “decentemente” a personas pobres para “vender” con ellos programas de gobierno o exigir que los programas de gobierno cumplan con millones de pobres que tienen derecho a vivir con decencia? ¿Satanizar una supuesta “cerrazón al diálogo” o tratar de cerrar el diálogo con supuestos? ¿Hablar de “totalitarismo desfasado” contra la democracia o exigir democracia contra una nueva fase del totalitarismo? ¿Valerse de la guerra sucia para “mantener” la paz o reclamar paz protestando contra la guerra sucia?
         “Desde el Gobierno federal se cree y se pretende imponer como razón social (cual vil copia de las mentiras de Bush para invadir Afganistán e Irak) que toda movilización multitudinaria (AMLO es, como Bin Laden y Hussein, sólo el pretexto) es un veneno contra la supuesta democracia nacional, y nunca se aceptará (otra vez el menosprecio a la inteligencia colectiva) que es un signo de vida de la misma, un símbolo de libertad.
         “Un país en el que nadie protesta contra nada está gobernado por un represor. Ése es el México utópico del PAN.
         “Se pide dialogar exigiéndole al interlocutor que primero escuche y luego se le deja hablando solo. AMLO y sus seguidores podrán ser retóricos, vociferantes, exagerados, con verdades a medias y se victimizan antes de ser golpeados…, ¿pero qué diferencia hay con la élite en el poder y sus paleros, demagogos, impostores, hipócritas, incultos, soberbios, mentirosos y encubridores de corruptos?”.
         Eso lo dije en abril de 2008. Y ahora lo retomo por la intromisión de Calderón en las campañas electorales, desde la noche del segundo debate entre los candidatos presidenciales, y mi presunción de que con ello no sólo viola la ley electoral sin importarle un cacahuate (tal como lo hizo el rey del Prozac, Vicente Fox, en su momento), sino tomando partido aun sin mencionar con su nombre a su favorito. Cualquier mexicano con un mínimo de información sobre lo sucedido hasta ahora en la lucha por la Presidencia de la República estará de acuerdo conmigo en lo siguiente.
         En el segundo debate, AMLO insistió en lo que dijo en el primero, acerca de su propuesta de ahorro y austeridad, con el propósito de sanear las finanzas públicas, combatir la imperante corrupción y tratar de sacar a millones de mexicanos de la lacerante pobreza en que los han dejado, sobre todo (por sus promesas incumplidas) los dos gobiernos panistas.
         AMLO subrayó que con su política de austeridad se ahorrarían 300 mil millones de pesos. Y se le fueron encima, sobre todo, Josefina Vázquez Mota y el títere engañabobos de Gabriel Quadri. Aquélla, sintiéndose y dejándose ver como la “Madre de la Patria”, lo hizo más por desesperación y creyendo que al contradecir y golpear a lo tonto a diestra y siniestra ganaría la Presidencia. Y el otro (el títere), bueno, sólo por dar lástima sin darse cuenta.
         Al terminar el debate, Calderón escribió en su cuenta de Twitter: “Si el gobierno despidiera a todos los altos funcionarios, de director a Presidente, ahorraría 2000 mdp, no 300 000 mdp. Sueldo: 1 000 m”.
         Palabras más, palabras menos, el 31 de mayo de 2006, el entonces candidato presidencial Felipe Calderón descalificó lo que el tabasqueño prometía al respecto: lo mismo que en el primero y segundo debates de ahora. Cual jauría de hienas, panistas y priistas se le fueron encima y lo menos que le dijeron fue “populista”.
         Curiosamente, en su discurso en el Auditorio Nacional, luego de tomar posesión, Calderón anunció un decreto para bajarse el salario (y con el que ordenaba que los funcionarios de alto nivel hicieran lo propio), pero sólo 10 por ciento, algo de lo que jamás volvió a decir nada porque, sencillamente, no ayudó en nada en su pretendida contrapolítica de austeridad.
         Ahora, por órdenes suyas, del secretario de Hacienda para abajo, no falta el panista (funcionario o no) que descalifica y se esfuerza por hacerle al matemático Nobel para convencer al electorado de que AMLO es, al menos, un mentiroso (al día siguiente, lunes 11 de junio, Calderón volvió a las andadas al decir que no se puede gobernar sólo con buena fe y uno, que es muy mal pensado, ¿verdad?, concluye que por eso nos está dejando el país que nos deja).
         ¿Por qué irse ahora contra AMLO, por algo que dijo desde el primer debate? ¿Por qué atacarlo sólo a él?
         La respuesta se puede decir muy rápido: al quedarle claro que la insulsa de la candidata de su partido (quien, por añadidura, nunca fue “su” candidata) no levantará ni con la ayuda del espíritu santo, Calderón hará todo lo que se le ocurra –su (des)gobierno no ha sido más que de ocurrencias- para tratar de impedir que AMLO gane el 1 de julio. No hay nada que le quite más el sueño que eso.
         Calderón sabe muy bien, o al menos lo supone porque está lleno de miedos, que si el tabasqueño llega a la Presidencia, la presión social lo obligará a tomar medidas que eventualmente alcanzarían al guerroso panista.
         Y aunque hace algunos meses no se cansó de decir públicamente, en México y en el extranjero, que si el PRI regresa a Los Pinos el país se convertiría en un “narco Estado”, ahora, con tal de no ser sentado en el banquillo, prefiere que Peña lo sustituya, en lugar de AMLO, sin importarle tragarse sus huecas palabras y México sea, a partir del 1 de diciembre próximo, en ejemplo de “narco Estado”. Supone que Peña lo dejaría en paz y seguramente tiene razón.
         Por eso retomó abierta y descaradamente (insisto, violando la ley electoral por inmiscuirse en las campañas) la guerra sucia contra AMLO. ¿Pero por qué ahora y no luego del primer debate? Pues porque ya vio que la gente no le cree a las encuestas de los medios de información denostados públicamente a raíz del estallido del movimiento estudiantil agrupado en el #YoSoy132.
         A Calderón y a Vázquez Mota no les interesan los 52 millones de pobres que el primero nos está dejando como herencia (es una gran mentira lo que Josefina dijo en el segundo debate: que ella, cuando fue secretaria de Desarrollo Socal, disminuyó, cual maga Chen Kai remasterizada, en nueve millones el número de pobres, ignorando las cifras del INEGI y el Coneval).
         De entre los 52 millones de mexicanos en condiciones de pobreza, hay que sacar la triste e indignante cifra de más de tres millones de niños que –de acuerdo con un estudio reciente de la Facultad de Economía de la UNAM– en los dos últimos sexenios (los del PAN) se han visto obligados a trabajar, lo que equivale a que subió, en ese tiempo, en 12 por ciento el número de menores en ese nivel de vida.
         Hay que agregar los poco menos de ocho millones de “ninis” (jóvenes que no estudian ni trabajan) que en los dos últimos sexenios se agregaron a la desgracia del país (sobre todo en el del presidente “del empleo”, Calderón) y muchos de ellos han sido y serán presa fácil de la delincuencia organizada.
         Lo menos que debieran hacer Calderón y Vázquez Mota es pedir perdón a los mexicanos, en lugar de descalificar a lo tonto. Ambos viven en un mundo que pocos les creen y suponen (ofendiendo con descaro la inteligencia colectiva) que el pueblo entero les da la razón. A sus dichos, todos los medios de información a su favor (con sus “analistas” incluídos, por supuesto) les están dando eco como si fuera la verdad absoluta. Y sólo contra AMLO.
         ¿Por qué perder el tiempo así, si sus encuestólogos sostienen que el perredista está en tercer lugar o, a lo mucho, en segundo pero muy lejos de Peña?
         De ser así, pues entonces son poco menos que estúpidos al criticar al tabasqueño. ¿Para qué ponerle atención a un perdedor? ¿Puede haber algo más burdo e irrisorio que atender a alguien que no merece la pena? Tal parece que el causalástima de Quadri ya los contagió.
         Así las cosas, se puede dar por hecho que Calderón no votará por Vázquez Mota, sino por Peña Nieto. Si su voto fuera por ella, en su cuenta de Twitter y en sus verborreas posteriores diría algo que (aun sin mencionarla por su nombre) apoyara a su correligionaria, quien ahora navega por el país como sintiéndose la mujer que porta la bandera en los antiguos libros de texto gratuitos. O sea, como la Madre de la Patria de los nuevos tiempos mexicanos.
         Calderón debe, al menos, intuir que Josefina no ganará las elecciones, pero implora a todos sus dioses (seguramente le reza a varios, con tal de que lo ayuden) que tampoco AMLO se imponga el 1 de julio. Y con dichos y acciones hará todo lo que esté a su alcance para impedir que su principal enemigo (para él, AMLO no es un adversario político, sino un enemigo personal) se ponga la banda presidencial el 1 de diciembre. A él le gusta Peña Nieto, aunque el mexiquense encabece lo que en un tiempo predijo como un “narco Estado”.





3 comentarios:

  1. EXELENTE EXELENTE EXELENTE.. LO FELICITO SR!ESto es lo que se puede decir curso rapido de la real actualidad! Gracias!

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  2. Muy bueno, excelente diría. Yo iba ir con Quadri pero al ver lo gris que es, desistí y ahora tengo una duda moral, y gracias a esto me puedo dar una visión mas grande de lo que pasa en el ambiente electorero nacional.

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  3. eXCELENTE!!ME IMAGINO Q YA NO ESTA EN LA RAZON(EL PERIODICO)POR SER UN PERIODICO DEL SISTEMA!! CON P.HIRIART!!Q BUENO QUE YA NO ESTA CON ESTOS VENDIDOS!!LE DESEAMOS LO MEJOR Y LO ESTAREMOS SIGUIENDO!!

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