miércoles, 4 de julio de 2012

¡¡RECUENTO TOTAL DE VOTOS!!


COLUMNA
CHICOTAZOS



OTRA VEZ, LAS “NOVATADAS” DEL IFE


FREDDY SECUNDINO S.

Tras el cochinero en que ha resultado la elección federal del domingo 1 de julio pasado, tal parece que en México la clase política (o al menos una parte) y algunas autoridades nos quieren acostumbrar a una especie de “haigasidomanía” (aceptar algo a como dé lugar, sin importar de dónde y cómo viene).
         Una y mil veces se dijo (o se intuyó, para no verme exagerado, desde la perspectiva de quienes sin mayor disimulo se acomodan en la “haigasidomanía”) que no había equidad en las campañas electorales y, peor aún, muchos pusimos la alerta sobre el derroche desmedido de dinero que, ante cualquier ojo neutral, denotaba un rebase mayúsculo de los topes legales de gastos.
         Guste o no, el movimiento estudiantil #YoSoy132 puso el dedo en la llaga con su principal demanda (democratización de los medios de información), pero los aludidos (como empresas y “analistas” en particular) no sólo minimizaron la razón de tal exigencia, sino que los sobajaron de modo humillante y hasta racista, y lo menos que dijeron de ellos (en realidad, lo siguen diciendo) fue que no tenían inteligencia propia y eran manipulados por el candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador.
         Estos críticos cuasi complotados exhibieron (exhiben) de manera tan descarada su intolerancia, que nunca han aceptado –y seguramente nunca lo harán– que ellos también caen en el mismo oscuro cajón en que han pretendido meter a fuerzas a los estudiantes, pues a ojos vistas queda claro que se acomodan al cobijo de una corriente político-empresarial a la que lo único que le importa es cuidar sus intereses particulares y de grupo, y para ello necesita de paleros o esclavos de la manipulación informativa.
         Sostengo que no hubo equidad en los medios porque los propios monitoreos de la UNAM para el IFE así lo demostraron, por más que los aludidos digan una y otra vez lo contrario.
         Equidad, según el diccionario, es imparcialidad, igualdad de ánimo. Y lo que la mayoría vimos y escuchamos en los noticiarios televisivos y radiofónicos, así como en casi todos los periódicos y revistas, fue una cargada descomunal de vítores, aplausos y loas al candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, y denuestos, adjetivos descalificadores y críticas de toda índole al del PRD, López Obrador.
         Una cosa es dedicarles a todos los candidatos el mismo tiempo en las notas informativas y reportajes o crónicas (lo cual está muy claro como obligatorio en la ley electoral), y otra es aprovechar los micrófonos y las cámaras, y las líneas ágata para opinar en contra o a favor de uno u otro, y eso fue lo que se hizo por encima de la norma jurídica.
         Nadie en su sano juicio y sensatez puede decir lo contrario sin que su conciencia se lo reclame.
         Pero esto no fue sólo durante las campañas electorales. Sucedió el mismo día de las elecciones, e inclusive –y aprovechando que ya la ley no los limitaba–, a partir del cierre de casillas. De ahí el ansia del consejero presidente del IFE, Leonardo Valdés Zurita, y de Felipe Calderón, para anunciar el virtual triunfo de Peña Nieto, a pesar de que apenas comenzaba el conteo de los votos y en miles de casillas aún no se terminaba de votar. Ya no digamos lo hecho por la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, y el títere de Gabriel Quadri, aceptando su derrota y casi exigiendo que AMLO hiciera lo propio.
         ¿Por qué la prisa? ¿Por qué el canto de la victoria ajena? ¿Por qué casi proclamarlo como Presidente electo? ¿Acaso todo estaba ya pactado? Muchos así lo creen y quizá tengan razón. Lo cierto es que, tal como se dieron las cosas el mismo domingo 1 de julio por la noche, todo parece indicar que se orquestó con mucha anticipación una especie de golpe de Estado electoral, con el IFE y muchos medios de información como aval.
         No era, pues, en vano el intento masivo de inyectar en la ciudadanía –que esperaba, y confiaba, en que no reviviera el fantasma de la incertidumbre del 2006– el desánimo y el conformismo.
         O sea, hacer todo lo posible para no dar tiempo a la protesta por irregularidades descaradas (ya no digamos la inequidad informativa, sino la coacción y compra del voto por parte de priistas, entre otras), sino para inculcarle al electorado la cínica estrategia de que ésta ha sido la elección más transparente y pareja de la historia, como se dijo desde días antes.
         Esa apabullante e impostora ola política y mediática de autovaloración, autoelogio y autoengaño, intentó arrastrar a todos los ciudadanos al conformismo de lo aún desconocido, con la pretensión de matar nuestra capacidad de asombro y, sobre todo, de reclamo por eventuales inconsistencias en el conteo de los votos.
         No querían otro escenario como el del 2006 y por eso cantaron a los cuatro vientos la “enorme” ventaja (de antemano anticipada por Valdés Zurita, apoyado en un supuesto análisis algorítmico, o no sé cómo diablos dicen que se llama, de acuerdo con un sondeo rápido cuyo único valor era el mismo que se le adjudicaría a la encuestadora Consulta Mitofsky, la más cuestionada por el solo hecho de ser socia de Televisa y la única autorizada por la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión, y aceptada por el IFE, para hacer las encuestas de salida) que Peña Nieto tenía sobre AMLO.
         Es decir, se adelantó el supuesto cómputo final cuando ni siquiera se había contado el diez por ciento de los votos y se dio por hecho lo que era un cálculo matemático. ¿En qué otro país se ve esto?
         La incertidumbre, pues, la alimentaron e hicieron crecer en desmedida ellos mismos.
         Pero el teatro se les cayó muy rápido y a la primera ráfaga de viento.
         Poco a poco empezaron a darse a conocer en las redes sociales las actas electorales mal contadas y mal capturadas y que en el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) se estaban dando por válidas, mismas que, en su conjunto, avaló el consejero presidente Valdés Zurita (y apoyó Felipe Calderón) al dar por hecho un porcentaje de votos para cada contendiente presidencial no sólo falso, sino ilegal.
         Horas después, al tiempo que continuaban circulando las fotografías de dichas actas originales (acompañadas de la página del PREP) y que evidenciaban las vergonzosas irregularidades, también salieron a la luz pública no sólo las cientos de tarjetas de débito de las tiendas Soriana que repartió el PRI entre su “mapachería” electoral (con crédito de entre 300 y 700 pesos cada una), sino las protestas –captadas en video y subidas a Youtube– de decenas de personas que le exigían a ese partido el pago correspondiente por la compra del voto.
         A esto, guste o no, se le llama FRAUDE. Y esto lo define el diccionario como “un injusto que una persona, aprovechándose del error o mediante engaños, obtenga de otra un beneficio, se haga de una cosa o un lucro”.
         ¿Otra definición?... Fraude “es el engaño o aprovechamiento de la ignorancia de alguien para obtener un beneficio en cualquier forma traducible”.
         En lo personal –y millones de ciudadanos que demandan apego irrestricto a la ley estarán de acuerdo conmigo–, considero que hay suficientes elementos jurídicos no sólo para hacer el recuento total de la elección, sino para anularla. No se necesita ser un especialista en derecho electoral para atreverse a decirlo. Basta una mínima capacidad de interpretación de la ley.
         Más aún, consejeros electorales aceptaron el 2 de julio –o sea, horas después de que Valdés Zurita dio por concluido todo y por ganador a Peña Nieto, sin dejar ningún resquicio para una eventual impugnación legal que pudiera llevar, al menos, al recuento de votos– que podría haber la apertura de una “gran cantidad” de paquetes electorales.
         Al verse acorralados no por las inconsistencias que quizás ellos mismos vieron en el PREP, sino por la infinidad de evidencias que circulaban en las redes sociales, así como la advertencia (legítima, legal y necesaria) de AMLO de impugnar la elección, reconocieron que habría que hacer el recuento de una tercera parte de los paquetes electorales (alrededor de 50 mil) de la elección para Presidente de la República, y otra cantidad similar para el Congreso de la Unión.
         Por su parte, AMLO y los partidos que lo impulsaron afirman que las irregularidades abarcan casi el 80 por ciento de las actas electorales. Esto es, más de 113 mil casillas.
         ¿Por qué no darnos el beneficio de la duda al perredista y a millones de mexicanos que no le creímos el domingo por la noche? ¿Por qué están tan seguros de que no hay razón jurídica y legal para el recuento total de los votos? ¿No obtendrían mayor credibilidad al hacerlo, luego del desprestigio para la institución, ganado a pulso en el 2006? ¿A qué le temen? ¿Por qué otra vez la prisa, si el tiempo legal que se tiene para declarar Presidente electo concluye en septiembre próximo?
         Se nos dijo hasta el hartazgo –aunque pocos lo creímos, por desgracia– que el proceso comicial culminaría con una organización ejemplar, rechinando de limpia y pacífica, y un conteo de votos inobjetable. Pero ahora a todos nos queda claro que la contienda está plagada de infinidad de conductas reprobables cívica y legalmente.
         Los principales responsables de estos malos actos son, sin duda alguna y sin reclamo con valor ni siquiera político, el IFE y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), porque se hicieron de la vista gorda ante las denuncias durante las campañas, siendo partícipes de los delitos, al menos, por omisión. Se justificaron (y lo seguirán haciendo) en una endeble interpretación de la ley electoral.
         A riesgo de que a quienes pedimos una estricta aplicación de la norma en el caso se nos califique de mil maneras, estas acciones a vuela pluma e irresponsables –al menos desde el punto de vista ético– ya lograron lo que sus protagonistas menos querían: la sospecha generalizada y un daño incurable al proceso electoral.
         A AMLO, a sus votantes y a todo elector que, como quien esto escribe, se atreva a cuestionar esas conductas personales e institucionales, muchos seguramente nos llaman mitómanos, intolerantes, necios, locos, berrinchudos, revoltosos y de mil maneras, sólo por exigir que se respeten nuestros derechos conforme a la ley. Lo único que queremos es que se cumpla en los hechos lo que en palabras tanto se nos dice sobre la supuesta democracia que –aseguran apropiándose la tarea– pone a nuestro país como ejemplo mundial.
         Si así fuera, los partidos políticos no serían quienes seleccionan a los funcionarios electorales, ni tendrían a representantes en las instituciones de defensa del voto y organización de los comicios.
         Tampoco se darían tantos delitos tipificados en la ley electoral y, más aún, si se cometieran serían castigados con rigor.
         Igualmente, la participación de funcionarios públicos y empresas privadas (como los medios de información) no tendrían que actuar como lo hacen en México, sin estar autorizados por la ley.
         Asimismo, todo presunto rebase de gastos legales en las campañas sería investigado a fondo y hasta sus últimas consecuencias, sin miramientos de índole partidista ni de ningún tipo, y sin siquiera haber una denuncia de por medio. Tendría que perseguirse de oficio, o al menos cuando existiere una denuncia de cualquier ciudadano.
         Apoyado en esta utópica esperanza, transcribo aquí, palabras más, palabras menos, lo que escribí en mi cuenta de Facebook, inmediatamente después de pasadas las elecciones. Y lo retomo porque fue una especie de inesperada premonición a lo que el IFE reconocería después:
         “Desde las 00.01 hasta las 05:30 horas del 2 de julio, le di seguimiento puntual al PREP, corte tras corte, anoté en papel todo tal cual aparecía en la página del IFE. Al abandonar esa titánica tarea personal (estrictamente personal), iba el 75.28% de actas computadas. Ya no le seguí porque estaba muy cansado. Pero me tomé unos minutos más para hacerle al matemático y, ¡¡oh, sorpresa!!, por más que sumé y sumé y comparé porcentajes y número de votos para cada candidato presidencial, las cosas nomás no me cuadraron.
         “Todo el monitoreo lo subí a mi muro de Facebook con los datos tal cual del PREP, esperando (y pidiendo en enlaces aparte) que alguien se tomara la molestia de hacer lo propio.
         “Horas después, me dediqué a subir en mi muro de Facebook todas las actas electorales con irregularidades que me llegaban. Sólo quería dejar constancia, al menos, no sólo de que no le creí al conteo del IFE, sino de mi indignación por la forma tan descarada y burda con que se ha burlado el voto de millones de mexicanos.
         “Qué lástima que se tenga que “legitimar” y legalizar una elección tan sucia como ésta… Qué lástima que quienes hoy festejan el triunfo de su candidato no tengan la mínima conciencia cívica para aceptar que lo harán ganar de mala forma… Qué lástima que no sólo se hagan los sordos e intenten no ver la indignación ajena, sino que se burlen de quienes pedimos que la elección se limpie… Qué lástima que se dejen arrastrar por nada a cambio (algunos, claro)… Qué lástima que se dejen humillar de manera tan intolerante… Qué lástima que a pesar de ver tanta suciedad, no les importe atravesar el río y mancharse tanto… Qué lástima que ante tanta pestilencia, en vez de taparse la nariz, abran la boca para respirar más hondo semejante asquerosidad… Qué lástima que no hagan uso de un poco de la (tal vez) poca dignidad que suponen tener y pidan que se limpie la elección para que su triunfo se reconozca como debe de ser… Y qué lástima, como diría el gran poeta español León Felipe, `que yo no pueda entonar con una voz engolada esas brillantes romanzas a las glorias de la patria´
         “Espero que esto lo lean quienes votaron por el candidato cuyo triunfo hará historia por tan sucio y que forman parte de mi lista de “face-amigos”. A ellos, gracias por leerme y por (quizás) entender que son millones de mexicanas y mexicanos quienes piensan igual que yo y piden lo mismo que yo, muchos más, muchísimos más (de entrada, más del 60% del electorado) que quienes votaron por ese candidato.
         “Sé que tal vez les da lo mismo lo que yo piense y quienes piensan igual que yo, pero que les quede claro que, al menos yo, no me callaré y, más aún, lo escribiré aunque sea sólo aquí, si en otro lado no me lo permiten tal cual.
         “Me avergüenza que en una manifestación pública, mis oídos tengan que soportar el generalizado “¡prensa vendida!” para todos los periodistas, aunque mi conciencia me diga que yo no soy parte de ese grupo y aquí lo estoy afirmando y firmando (perdón por no tener un Notario Público para que dé fe de esto, pero creo que no me hace falta)”.




5 comentarios:

  1. Mis respetos y admiración por tener la capacidad de externar lo que millones de mexicanos percibimos y sentimos, recuerda que no eres el único que sintoniza en esa frecuencia. Recuerda lo que el viejo decía "Si las cosas que valieran la pena fueran fáciles, cualquiera las haría".

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  2. Perfectamete ecpresado lo que pensamos miles, yanno digo miles, milloes que votamos por la esperanza de un cambio acifivo y detro fe la legalidad, ahora solo resta esperar que la chspa encienda la llama y agarrar palos para echarle al fuego, o ser uno mismo parte de la llama te lo tomo para publicar en mi página que quizás no es muy leída pero siguen solo personas conscientes e informadas en su mayoría y aunque n ne tome tanto trabajo como tu, al menos cotejé lo de mi casilla y el saldo es el mismo votos mal contados y siempre increíblemente a favor del otro espurio

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  3. Excelente nota. Concuerdo contigo, mas agrego como información general, que yo iba a entrar al IFE como observador electoral y el que me capacitó menciono que esta iba a ser la ultima elección sin boletas de papel, y que después de esta elección todo iba a ser por computadora: votaríamos picandole al touch de una pc como en otros países... pero en otros países las autoridades no son como aqui, ese el "pequeño" problema.
    Es decir FRAUDE seguro por siempre, o cuando menos por los próximos 50 años...
    Es ahora o nunca... no debemos de dejar que el PRI tome la presidencia, hay que actuar...

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  4. Muy bien Freddy, que manera de poner todas las cartas sobre la mesa, goze mucho tú articulo, y me llena de esperanza tener a periodistas como tú del lado del país, por lo de mas, a mi no se me dan bien las palabras, que de nuevo gracias por expresar lo que sentimos muchos impotentes en eeste país. Obvio difundo jaja.

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  5. Querido Freddy:
    Creo que los hombres libres merecemos ser leídos, escuchados y seguidos. Tu eres un hombre libre y por lo tanto, inteligente, sensible y culto. Como siempre haz arrojado luz a mi entendimiento, porque supe de las miles de irregularidades antes, durante y después de los comicios, sin embargo, no me quedaba muy claro el asunto de la inconsitencia de las actas. Ayer, un grupo de periodistas concluímos que accedería al poder Peña, a pesar de todo, sin embargo, al final todos nos hicimos la siguiente pregunta ¿Y si no?

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