COLUMNA
CHICOTAZOS
OTRA VEZ, LAS “NOVATADAS” DEL IFE
FREDDY SECUNDINO S.
Tras el
cochinero en que ha resultado la elección federal del domingo 1 de julio
pasado, tal parece que en México la clase política (o al menos una parte) y
algunas autoridades nos quieren acostumbrar a una especie de “haigasidomanía”
(aceptar algo a como dé lugar, sin importar de dónde y cómo viene).
Una y mil veces se dijo (o se intuyó,
para no verme exagerado, desde la perspectiva de quienes sin mayor disimulo se
acomodan en la “haigasidomanía”) que no había equidad en las campañas
electorales y, peor aún, muchos pusimos la alerta sobre el derroche desmedido
de dinero que, ante cualquier ojo neutral, denotaba un rebase mayúsculo de los
topes legales de gastos.
Guste o no, el movimiento estudiantil
#YoSoy132 puso el dedo en la llaga con su principal demanda (democratización de
los medios de información), pero los aludidos (como empresas y “analistas” en
particular) no sólo minimizaron la razón de tal exigencia, sino que los
sobajaron de modo humillante y hasta racista, y lo menos que dijeron de ellos
(en realidad, lo siguen diciendo) fue que no tenían inteligencia propia y eran
manipulados por el candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador.
Estos críticos cuasi complotados
exhibieron (exhiben) de manera tan descarada su intolerancia, que nunca han
aceptado –y seguramente nunca lo harán– que ellos también caen en el mismo oscuro
cajón en que han pretendido meter a fuerzas a los estudiantes, pues a ojos
vistas queda claro que se acomodan al cobijo de una corriente
político-empresarial a la que lo único que le importa es cuidar sus intereses particulares
y de grupo, y para ello necesita de paleros o esclavos de la manipulación
informativa.
Sostengo que no hubo equidad en los
medios porque los propios monitoreos de la UNAM para el IFE así lo demostraron,
por más que los aludidos digan una y otra vez lo contrario.
Equidad, según el diccionario, es imparcialidad,
igualdad de ánimo. Y lo que la mayoría vimos y escuchamos en los noticiarios televisivos
y radiofónicos, así como en casi todos los periódicos y revistas, fue una
cargada descomunal de vítores, aplausos y loas al candidato del PRI, Enrique
Peña Nieto, y denuestos, adjetivos descalificadores y críticas de toda índole
al del PRD, López Obrador.
Una cosa es dedicarles a todos los
candidatos el mismo tiempo en las notas informativas y reportajes o crónicas
(lo cual está muy claro como obligatorio en la ley electoral), y otra es
aprovechar los micrófonos y las cámaras, y las líneas ágata para opinar en
contra o a favor de uno u otro, y eso fue lo que se hizo por encima de la norma
jurídica.
Nadie en su sano juicio y sensatez
puede decir lo contrario sin que su conciencia se lo reclame.
Pero esto no fue sólo durante las
campañas electorales. Sucedió el mismo día de las elecciones, e inclusive –y aprovechando
que ya la ley no los limitaba–, a partir del cierre de casillas. De ahí el
ansia del consejero presidente del IFE, Leonardo Valdés Zurita, y de Felipe Calderón,
para anunciar el virtual triunfo de Peña Nieto, a pesar de que apenas comenzaba
el conteo de los votos y en miles de casillas aún no se terminaba de votar. Ya
no digamos lo hecho por la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, y el
títere de Gabriel Quadri, aceptando su derrota y casi exigiendo que AMLO
hiciera lo propio.
¿Por qué la prisa? ¿Por qué el canto de
la victoria ajena? ¿Por qué casi proclamarlo como Presidente electo? ¿Acaso
todo estaba ya pactado? Muchos así lo creen y quizá tengan razón. Lo cierto es
que, tal como se dieron las cosas el mismo domingo 1 de julio por la noche,
todo parece indicar que se orquestó con mucha anticipación una especie de golpe
de Estado electoral, con el IFE y muchos medios de información como aval.
No era, pues, en vano el intento masivo
de inyectar en la ciudadanía –que esperaba, y confiaba, en que no reviviera el
fantasma de la incertidumbre del 2006– el desánimo y el conformismo.
O sea, hacer todo lo posible para no
dar tiempo a la protesta por irregularidades descaradas (ya no digamos la
inequidad informativa, sino la coacción y compra del voto por parte de priistas,
entre otras), sino para inculcarle al electorado la cínica estrategia de que
ésta ha sido la elección más transparente y pareja de la historia, como se dijo
desde días antes.
Esa apabullante e impostora ola política
y mediática de autovaloración, autoelogio y autoengaño, intentó arrastrar a
todos los ciudadanos al conformismo de lo aún desconocido, con la pretensión de
matar nuestra capacidad de asombro y, sobre todo, de reclamo por eventuales inconsistencias
en el conteo de los votos.
No querían otro escenario como el del
2006 y por eso cantaron a los cuatro vientos la “enorme” ventaja (de antemano anticipada
por Valdés Zurita, apoyado en un supuesto análisis algorítmico, o no sé cómo
diablos dicen que se llama, de acuerdo con un sondeo rápido cuyo único valor
era el mismo que se le adjudicaría a la encuestadora Consulta Mitofsky, la más
cuestionada por el solo hecho de ser socia de Televisa y la única autorizada
por la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión, y aceptada por el
IFE, para hacer las encuestas de salida) que Peña Nieto tenía sobre AMLO.
Es decir, se adelantó el supuesto cómputo
final cuando ni siquiera se había contado el diez por ciento de los votos y se
dio por hecho lo que era un cálculo matemático. ¿En qué otro país se ve esto?
La incertidumbre, pues, la alimentaron
e hicieron crecer en desmedida ellos mismos.
Pero el teatro se les cayó muy rápido y
a la primera ráfaga de viento.
Poco a poco empezaron a darse a conocer
en las redes sociales las actas electorales mal contadas y mal capturadas y que
en el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) se estaban dando
por válidas, mismas que, en su conjunto, avaló el consejero presidente Valdés
Zurita (y apoyó Felipe Calderón) al dar por hecho un porcentaje de votos para
cada contendiente presidencial no sólo falso, sino ilegal.
Horas después, al tiempo que
continuaban circulando las fotografías de dichas actas originales (acompañadas
de la página del PREP) y que evidenciaban las vergonzosas irregularidades, también
salieron a la luz pública no sólo las cientos de tarjetas de débito de las
tiendas Soriana que repartió el PRI entre su “mapachería” electoral (con
crédito de entre 300 y 700 pesos cada una), sino las protestas –captadas en
video y subidas a Youtube– de decenas de personas que le exigían a ese partido
el pago correspondiente por la compra del voto.
A esto, guste o no, se le llama FRAUDE.
Y esto lo define el diccionario como “un injusto que una persona,
aprovechándose del error o mediante engaños, obtenga de otra un beneficio, se
haga de una cosa o un lucro”.
¿Otra definición?... Fraude “es el
engaño o aprovechamiento de la ignorancia de alguien para obtener un beneficio
en cualquier forma traducible”.
En lo personal –y millones de ciudadanos
que demandan apego irrestricto a la ley estarán de acuerdo conmigo–, considero que
hay suficientes elementos jurídicos no sólo para hacer el recuento total de la
elección, sino para anularla. No se necesita ser un especialista en derecho
electoral para atreverse a decirlo. Basta una mínima capacidad de
interpretación de la ley.
Más aún, consejeros electorales
aceptaron el 2 de julio –o sea, horas después de que Valdés Zurita dio por concluido
todo y por ganador a Peña Nieto, sin dejar ningún resquicio para una eventual
impugnación legal que pudiera llevar, al menos, al recuento de votos– que podría
haber la apertura de una “gran cantidad” de paquetes electorales.
Al verse acorralados no por las
inconsistencias que quizás ellos mismos vieron en el PREP, sino por la
infinidad de evidencias que circulaban en las redes sociales, así como la
advertencia (legítima, legal y necesaria) de AMLO de impugnar la elección,
reconocieron que habría que hacer el recuento de una tercera parte de los
paquetes electorales (alrededor de 50 mil) de la elección para Presidente de la
República, y otra cantidad similar para el Congreso de la Unión.
Por su parte, AMLO y los partidos que
lo impulsaron afirman que las irregularidades abarcan casi el 80 por ciento de
las actas electorales. Esto es, más de 113 mil casillas.
¿Por qué no darnos el beneficio de la
duda al perredista y a millones de mexicanos que no le creímos el domingo por
la noche? ¿Por qué están tan seguros de que no hay razón jurídica y legal para
el recuento total de los votos? ¿No obtendrían mayor credibilidad al hacerlo,
luego del desprestigio para la institución, ganado a pulso en el 2006? ¿A qué
le temen? ¿Por qué otra vez la prisa, si el tiempo legal que se tiene para
declarar Presidente electo concluye en septiembre próximo?
Se nos dijo hasta el hartazgo –aunque pocos
lo creímos, por desgracia– que el proceso comicial culminaría con una
organización ejemplar, rechinando de limpia y pacífica, y un conteo de votos
inobjetable. Pero ahora a todos nos queda claro que la contienda está plagada
de infinidad de conductas reprobables cívica y legalmente.
Los principales responsables de estos malos
actos son, sin duda alguna y sin reclamo con valor ni siquiera político, el IFE
y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), porque se
hicieron de la vista gorda ante las denuncias durante las campañas, siendo partícipes
de los delitos, al menos, por omisión. Se justificaron (y lo seguirán haciendo)
en una endeble interpretación de la ley electoral.
A riesgo de que a quienes pedimos una
estricta aplicación de la norma en el caso se nos califique de mil maneras,
estas acciones a vuela pluma e irresponsables –al menos desde el punto de vista
ético– ya lograron lo que sus protagonistas menos querían: la sospecha
generalizada y un daño incurable al proceso electoral.
A AMLO, a sus votantes y a todo elector
que, como quien esto escribe, se atreva a cuestionar esas conductas personales
e institucionales, muchos seguramente nos llaman mitómanos, intolerantes, necios,
locos, berrinchudos, revoltosos y de mil maneras, sólo por exigir que se
respeten nuestros derechos conforme a la ley. Lo único que queremos es que se
cumpla en los hechos lo que en palabras tanto se nos dice sobre la supuesta
democracia que –aseguran apropiándose la tarea– pone a nuestro país como
ejemplo mundial.
Si así fuera, los partidos políticos no
serían quienes seleccionan a los funcionarios electorales, ni tendrían a
representantes en las instituciones de defensa del voto y organización de los
comicios.
Tampoco se darían tantos delitos
tipificados en la ley electoral y, más aún, si se cometieran serían castigados
con rigor.
Igualmente, la participación de funcionarios
públicos y empresas privadas (como los medios de información) no tendrían que
actuar como lo hacen en México, sin estar autorizados por la ley.
Asimismo, todo presunto rebase de
gastos legales en las campañas sería investigado a fondo y hasta sus últimas
consecuencias, sin miramientos de índole partidista ni de ningún tipo, y sin
siquiera haber una denuncia de por medio. Tendría que perseguirse de oficio, o
al menos cuando existiere una denuncia de cualquier ciudadano.
Apoyado en esta utópica esperanza,
transcribo aquí, palabras más, palabras menos, lo que escribí en mi cuenta de
Facebook, inmediatamente después de pasadas las elecciones. Y lo retomo porque
fue una especie de inesperada premonición a lo que el IFE reconocería después:
“Desde las 00.01 hasta las 05:30 horas
del 2 de julio, le di seguimiento puntual al PREP, corte tras corte, anoté en
papel todo tal cual aparecía en la página del IFE. Al abandonar esa titánica
tarea personal (estrictamente personal), iba el 75.28% de actas computadas. Ya
no le seguí porque estaba muy cansado. Pero me tomé unos minutos más para
hacerle al matemático y, ¡¡oh, sorpresa!!, por más que sumé y sumé y comparé
porcentajes y número de votos para cada candidato presidencial, las cosas nomás
no me cuadraron.
“Todo el monitoreo lo subí a mi muro de
Facebook con los datos tal cual del PREP, esperando (y pidiendo en enlaces
aparte) que alguien se tomara la molestia de hacer lo propio.
“Horas después, me dediqué a subir en
mi muro de Facebook todas las actas electorales con irregularidades que me
llegaban. Sólo quería dejar constancia, al menos, no sólo de que no le creí al
conteo del IFE, sino de mi indignación por la forma tan descarada y burda con
que se ha burlado el voto de millones de mexicanos.
“Qué lástima que se tenga que “legitimar”
y legalizar una elección tan sucia como ésta… Qué lástima que quienes hoy
festejan el triunfo de su candidato no tengan la mínima conciencia cívica para
aceptar que lo harán ganar de mala forma… Qué lástima que no sólo se hagan los
sordos e intenten no ver la indignación ajena, sino que se burlen de quienes
pedimos que la elección se limpie… Qué lástima que se dejen arrastrar por nada
a cambio (algunos, claro)… Qué lástima que se dejen humillar de manera tan
intolerante… Qué lástima que a pesar de ver tanta suciedad, no les importe
atravesar el río y mancharse tanto… Qué lástima que ante tanta pestilencia, en
vez de taparse la nariz, abran la boca para respirar más hondo semejante
asquerosidad… Qué lástima que no hagan uso de un poco de la (tal vez) poca
dignidad que suponen tener y pidan que se limpie la elección para que su
triunfo se reconozca como debe de ser… Y qué lástima, como diría el gran poeta
español León Felipe, `que yo no pueda
entonar con una voz engolada esas brillantes romanzas a las glorias de la
patria´…
“Espero que esto lo lean quienes
votaron por el candidato cuyo triunfo hará historia por tan sucio y que forman
parte de mi lista de “face-amigos”. A ellos, gracias por leerme y por (quizás)
entender que son millones de mexicanas y mexicanos quienes piensan igual que yo
y piden lo mismo que yo, muchos más, muchísimos más (de entrada, más del 60%
del electorado) que quienes votaron por ese candidato.
“Sé que tal vez les da lo mismo lo que
yo piense y quienes piensan igual que yo, pero que les quede claro que, al
menos yo, no me callaré y, más aún, lo escribiré aunque sea sólo aquí, si en
otro lado no me lo permiten tal cual.
“Me avergüenza que en una manifestación
pública, mis oídos tengan que soportar el generalizado “¡prensa vendida!” para
todos los periodistas, aunque mi conciencia me diga que yo no soy parte de ese
grupo y aquí lo estoy afirmando y firmando (perdón por no tener un Notario Público
para que dé fe de esto, pero creo que no me hace falta)”.
Mis respetos y admiración por tener la capacidad de externar lo que millones de mexicanos percibimos y sentimos, recuerda que no eres el único que sintoniza en esa frecuencia. Recuerda lo que el viejo decía "Si las cosas que valieran la pena fueran fáciles, cualquiera las haría".
ResponderEliminarPerfectamete ecpresado lo que pensamos miles, yanno digo miles, milloes que votamos por la esperanza de un cambio acifivo y detro fe la legalidad, ahora solo resta esperar que la chspa encienda la llama y agarrar palos para echarle al fuego, o ser uno mismo parte de la llama te lo tomo para publicar en mi página que quizás no es muy leída pero siguen solo personas conscientes e informadas en su mayoría y aunque n ne tome tanto trabajo como tu, al menos cotejé lo de mi casilla y el saldo es el mismo votos mal contados y siempre increíblemente a favor del otro espurio
ResponderEliminarExcelente nota. Concuerdo contigo, mas agrego como información general, que yo iba a entrar al IFE como observador electoral y el que me capacitó menciono que esta iba a ser la ultima elección sin boletas de papel, y que después de esta elección todo iba a ser por computadora: votaríamos picandole al touch de una pc como en otros países... pero en otros países las autoridades no son como aqui, ese el "pequeño" problema.
ResponderEliminarEs decir FRAUDE seguro por siempre, o cuando menos por los próximos 50 años...
Es ahora o nunca... no debemos de dejar que el PRI tome la presidencia, hay que actuar...
Muy bien Freddy, que manera de poner todas las cartas sobre la mesa, goze mucho tú articulo, y me llena de esperanza tener a periodistas como tú del lado del país, por lo de mas, a mi no se me dan bien las palabras, que de nuevo gracias por expresar lo que sentimos muchos impotentes en eeste país. Obvio difundo jaja.
ResponderEliminarQuerido Freddy:
ResponderEliminarCreo que los hombres libres merecemos ser leídos, escuchados y seguidos. Tu eres un hombre libre y por lo tanto, inteligente, sensible y culto. Como siempre haz arrojado luz a mi entendimiento, porque supe de las miles de irregularidades antes, durante y después de los comicios, sin embargo, no me quedaba muy claro el asunto de la inconsitencia de las actas. Ayer, un grupo de periodistas concluímos que accedería al poder Peña, a pesar de todo, sin embargo, al final todos nos hicimos la siguiente pregunta ¿Y si no?